Estamos frente a una la elección de Director General de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia – Corpoamazonia -, en medio de grandes nubarrones que se caracterizan por denuncias públicas graves, el accionar de delincuencia armada en las instalaciones donde se encuentra la información contractual de la administración anterior, la violación de las urnas donde reposan los soportes de hojas de vida de los candidatos, un parroquiano regionalismo entre los tres departamentos que conforman el área de su jurisdicción y una aguerrida diplomacia clientelista respecto de los votos que decidirán quien será el próximo director, sobretodo con los votos regionales cuya campaña es tan poderosa y costosa que bien la podemos comparar con cualquier campaña al Congreso de la República, de la cual todos conocemos los ríos de promesas, el festival burocrático y la danza de millones que se manejan.
Con todo esto los Putumayenses nos preguntamos, si a los candidatos a Director General les queda tiempo para pensar en la verdadera función social que cumple Corpoamazonia en la región sur de la amazonia colombiana, sistema ecológico tan importante para nuestra población y el mundo; ya que a pesar que esta elección no es por voto popular, ni los candidatos están obligados a socializar sus propuestas a la ciudadanía, esta es la hora que la comunidad amazónica no tiene idea de las mismas que cada uno expone para el manejo ambiental de la región que nos afectan directamente en nuestra vida y futuro.
Esta entidad que en su inició se caracterizó por su empuje regional, verdadera autoridad, dinamismo socio-ambiental, constante y permanente interactuar comunitario, y referente importante de desarrollo de la región, en la última década se fue diluyendo hasta dejar en la absoluta mayoría de los Putumayenses la percepción de un gran elefante blanco convertido en un nido cerrado de intelectuales en la luna, ventanilla de pago de exorbitantes salarios cumplidos, e institución cenicienta que nadie respeta ni tiene en cuenta pero que es dueña del tesoro familiar representado en un inmenso presupuesto que quizá fue enterrado en la profundidad de la selva, por que el Putumayo como región no lo ha percibido ni lo ve florecer.
Por ahora los Mocoenses solo vemos que nuestro municipio sede principal de Corpoamazonia y capital del departamento de Putumayo, sigue nadando en los mismos cuatro ríos enfermos crónicos ambientalmente; caminando sobre desechos sólidos que carecen de absoluto manejo adecuado; regando sus aguas residuales en esos cuatro ríos sustento diario de poblaciones aguas abajo de la capital; observando mudos la deforestación con preocupante crecimiento; y siendo testigos de la historia de cuando como territorio dejamos de ser parte de la Amazonia Colombiana para convertirnos en Distrito Minero del país, asesinando nuestra cultura amazónica y nuestros sueños de futuro como parte activa del pulmón del mundo, todo esto con complicidad de Corpoamazonia.
Lo que si nos queda es la famosa Anaconda, embarcación que me imagino servirá para el trasteo de muebles y enseres de la Corporación, ya que con una ambiente arrasado por el distrito minero no le vemos razón alguna para que funcione sobre las ruinas ecológicas y ambientales de su inoperante accionar y presencia en Mocoa.Ω