La jubilación: ¿premio o castigo?

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Jaime Erazo

“Un reconocimiento a esos hombres y mujeres que dedicaron su vida a lograr lo que somos y lo que tenemos”

Introducción

Los jubilados son personas humildes o encumbradas a quienes la sociedad les debe el aporte que desde sus puestos de trabajo brindaron al proceso de construcción de barrio, vereda, municipio, departamento, región y país. A ellos, las actuales y futuras generaciones les debe el goce y el disfrute de bondades físicas, económicas, sociales, políticas y culturales. A ellos, la sociedad les debe admiración, respeto, justo reconocimiento y,sobre todo, un tratamiento especial.

Lo que debe ser la jubilación


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La jubilación debe ser el justo premio o reconocimiento que una sociedad concede a quienes con su trabajo, disciplina y tesón edificaron lo que hoy se tiene. Honor a esos hombres y mujeres de Mocoa y el Putumayo que dedicaron su vida para que hoy se viva mejor.

Por qué premio o castigo

En un país como el nuestro, la jubilación se parece más a castigo que premio o reconocimiento a toda una vida dedicada al servicio de los demás, ya sea en el sector público o en el privado.Ver a los jubilados de Mocoa en uno de los pasillos que comunican la calle que queda frente al Banco Popular y el centro del Parque General Santander produce sentimientos encontrados.


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Sentimientos encontrados

El sitio donde se encuentran los jubilados de Mocoaes un lugar de encuentro diario, se puede decir que casi cumplen horarios como cuando asistían a sus lugares de trabajo, pues salvo los días de invierno, no hay un solo día en que los jubilados no se encuentren allí para entablar sus repetidos y cada vez más desgastados diálogos, cargados todos ellos de intensos recuerdos y nostalgias.

A veces se los ve festejar y sonreír de lo que les sucede pero también muchas veces se los ve cabizbajos, pensativos, preocupados, sobre todo cuando por algún motivo se les atrasa la fecha del pago de su pensión.

Da alegría verlos con su actitud señorial, susserios y respetados rostros marcados por las huellas del tiempo pero con una actitud entusiasta y positiva, con sus cabellos blancos, vestidos decorosos, apuestos y bien presentados.

Da tristeza verlos reducidos a la condición de prisioneros de rutinas diarias y de hábitos poco saludables que van minando sus deseos de vivir. Su vida transcurre entre los mandados hogareños (ir a la tienda, pagar los servicios públicos, plaza de mercado, supermercados, restaurantes, panaderías, etc., etc.), el chisme, el tema político administrativo, el pago de obligaciones bancarias y cada fin de mes el cobro de su pensión.

Con el paso de los años se van volviendo amigos entrañables de la soledad con quien pasan mucho tiempo viviendo de gratos recuerdos o mascullando sus resentimientos. Como el primer amor, los últimos también son intensos, abrazadores, apasionantes, esclavizantes, son una rara mezcla de razón y de emociónaunque aveces los hace susceptibles de caer en las redes de apuestas y hermosas jovencitas que como por arte de magia aparecen a su lado durante los días del cobro de la pensión.

Lo condenable

Como resultado de equivocadas interpretaciones, al jubilado casi se le excluye sistemáticamente de la dinámica productiva hasta el punto que el mismo comienza a autoexcluirse de toda actividad laboral, principal factor de desarrollo, salud y bienestar del ser humano, razón por la cual, el jubilado termina convirtiéndose en un ocioso adicto a los juegos de azar, al billar y en el peor de los casos a las maquinas tragamonedas de los casinos de la ciudad.

A manera de conclusión

Los jubilados son personas dignas de ser respetados, reconocidos y tratados de manera especial por la sociedad. El respeto comienza por el trato deferente que se les debe dar, para dirigirse a ellos no puede faltar el don antecediendo al nombre o el señor antecediendo al apellido. Una sociedad que respeta a los ancianos es una sociedad que reconoce agradecida el valor de sus conocimientos y experiencias. Es hora de que el Estado y la sociedad cristalicen ese agradecimiento y reconocimiento en programas y proyectos especialmente concebidos para prodigarles una vida más amable y más digna de su condición.


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