Cuando la obsesión de ganar nubla la razón. El caso de algunos concejales liberales de Mocoa

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Jaime Erazo <br>Buenos Aíres. Argentina

La pública adhesión que tres concejales liberales de Mocoa hicieron el fin de semana inmediatamente anterior al candidato del Partido Verde a la Alcaldía Municipal, deja al descubierto aspectos críticos que afectan a los partidos políticos en general y a la colectividad liberal en particular.

Muchos de los mocoanos que los vieron o escucharon se preguntaban buscando respuestas ¡¿Qué fue lo que pasó?!. Otros se negaban a creer exclamando ¡No lo puedo creer!. Para algunos, la situación les produjo una perversa satisfacción que se dejo notar en un rictus de burla casi imperceptible, pues este bochornoso hecho confirmaba que el fin de los partidos había llegado a la ciudad trayendo consigo el viejo pero renovado principio del “laissez faire” o “dejar hacer” que justifica la liberación de ataduras que ligan a los miembros de una organización para entregarlos al salvajismo despiadado de la competencia del mercado electoral.

Que quede claro

Antes de continuar con el desarrollo de la temática que me concierne, conviene dejar en claro que José Antonio Castro Meléndez posee condiciones suficientes para ser Alcalde del Municipio de Mocoa. Cómo mocoano y como ciudadano esta en todo su derecho de proponer su nombre, sus conocimientos y su experiencia administrativa y emprendedora al servicio del pueblo que le vio nacer, crecer y hacer. Ojala que en todas las elecciones y en todos los partidos tuviéramos candidatos con esas calidades y cualidades.


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Imagínese usted qué pasaría si…

Si usted asiste a un partido de futbol en el que se disputa la semifinal del campeonato y de un momento para otro tres jugadores de un equipo se suman, con camiseta y todo, a los jugadores del otro equipo para superar en número a los de su equipo y contribuir, contra toda norma o reglamento, a propinarle tremenda goleada (por no decir paliza) a su propio equipo.

Personalmente considero que la sorpresa sería mayúscula y que en la tribuna se produciría un desconcierto total: aplausos, burla, ira, risas y frenéticos gritos de triunfo. Estoy casi seguro que las preguntas no se dejarían esperar, así como también las respuestas cargadas de especulación: que fulano dijo, que el que mando fe tal, etc., etc..

De pronto, como para acabar de completar, uno a uno de los jugadores “voltiados” se dirigen a los hinchas, que en su mayoría son del equipo al que ellos se sumaron, para decirles, a manera de infantil justificación, que lo hicieron porque eso de los colores de las camisetas o trapos de los equipos se acabó y acto se seguido se largan en alabanzas al equipo y al director técnico del equipo contra el cual jugaban y al cual terminaron sumándose.


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Apreciado lector ¿Qué haría usted en éste caso? ¿Qué pensaría de esos jugadores, de su espíritu deportivo y de su responsabilidad? ¿Qué pensaría de los eventos deportivos y los equipos de futbol? Estoy seguro que la mayoría de las respuestas apuntan a sostener que sería el acabose de los equipos y de los campeonatos de futbol ya que cualquier jugador en la cancha puede hacer lo que le viene en gana, y más aún, que los espectadores también pueden entrar a la cancha cuando quieran y que el reglamento y los árbitros ya no tienen razón de ser, que lo que importa es ganar, sea como sea, así  sea a las patadas.

¿En política uno no se puede adherir a un candidato?

Claro que sí, la Constitución establece que todo ciudadano colombiano tiene derecho a elegir y ser elegido, pero cuando se trata de un partido político sus miembros o afiliados deben observar sus estatutos que regulan su funcionamiento en los que se establece el procedimiento para adherir o apoyar a un candidato distinto al de su partido so pena de caer en doble militancia que es penalizado por los tribunales disciplinarios de las colectividades y por la ley.

Las reglas se hicieron para ser respetadas

Todos los estatutos de los partidos reconocen que los acuerdos y las alianzas con candidatos a cargos de elección popular de otros partidos se pueden hacer con la debida autorización de las instancias correspondientes. Establecen además, que esos acuerdos y esas alianzas se deben dar teniendo en cuenta criterios programáticos, pensando siempre en el partido y su función social.

Los tres concejales “liberales“ del Municipio de Mocoa, aconsejados por quien sabe quién y quien sabe por qué razones, cometieron el gravísimo error de adherir públicamente al candidato del Partido Verde sin autorización de ningún órgano de dirección y de gestión del Partido Liberal Colombiano. La falta que cometieron al violar los Estatutos del Partido es una falta grave que indudablemente debe ser sometida a proceso disciplinario para que se aplique la sanción correspondiente. Ante el Tribunal Nacional Disciplinario del Partido tendrán que hacer uso de su derecho a la defensa, harán sus descargos y aportarán las pruebas que permitan calificar en derecho su reprochable procedimiento.

A lo anterior se le suma el agravante de que ellos no son cualquier miembro del partido, son concejales, dignatarios visibles y miembros representativos del Partido Liberal, ocupan unas curules que no son de ellos, son del Partido Liberal y fueron elegidos por miembros y simpatizantes del Partido Liberal para que en su nombre representen a sectores importantes de la municipalidad a la luz de sus principios doctrinarios y programáticos del Partido Liberal.

El hecho muy bien pudiera haber pasado por desapercibido si lo hubiera cometido un miembro cualquiera del Partido Liberal, pero cuando se trata de unos concejales liberales la situación es a otro precio. Quienes les insinuaron (si es que los hubo) a realizar tal acto, estoy seguro de que no son sus amigos puesto que pensaron en sus intereses personales pero jamás en el daño político personal que les iban a causar, en éste sentido, me temo que les hicieron practicar una especie de público “Hara Kiri político”.

Más aún, considero que quienes les insinuaron tal acto jamás pesaron en el daño que le causarían al Partido Liberal Colombiano en el Departamento del Putumayo. Las consecuencias para la organización política son gravísimas, entre otras, se ha vulnerado su organización, su ordenamiento estatutario, se ha puesto en tela de juicio su autoridad y su prestigio. Pudo más la obsesión por ganar que la identidad y la pertenencia a un Partido que en 163 años de vida republicana ha participado activamente en la construcción de país y de nación.

Personalmente, lo lamento por los concejales y siento profundo dolor por lo que le pasa a mi Partido. La disciplina y el orden han cedido el puesto a la anarquía y sus banderas han quedado hechas girones en el campo de la contienda electoral.

¿En qué hemos fallado?

Fundamentalmente en que se le ha concedido mayor importancia a lo cuantitativo que a lo cualitativo, los conceptos de ganancia y de utilidad particular han terminado por postrar al interés social, la lucha ideológica ha desaparecido para ceder su lugar a la salvaje competencia del mercado electoral. La política se ha mercantilizado en el que el marketing impone el producto a consumir. Si bien es cierto que el problema es estructural, que la post modernidad ha generado la necesidad de que los partidos replanteen sus roles o funciones en un mundo cada vez más globalizado, diverso, cambiante, heterogéneo, “líquido” (a decir del pensador polaco Zygmunt Bauman), también es cierto que hay funciones a las que como organización no puede renunciar porque hacen parte de su esencia, de su razón de ser.

No todo está perdido

El reconocimiento y ratificación del apoyo a la candidata liberal a la Alcaldía de Mocoa por parte de la más alta dirigencia del Partido en general y en particular por el candidato del Partido Liberal a la gobernación del departamento del Putumayo es un ejemplo de identidad, pertenencia, respeto y observancia de la regulación de la colectividad. Estoy convencido de que pese a la gavilla que sus detractores le están haciendo, gracias al voto de confianza de miles y miles de putumayenses, el 30 de octubre nuevamente volverá a gobernar al Putumayo para que sus políticas públicas y acciones de gobierno efectivamente se conviertan en garantía de desarrollo de nuestro departamento.

Para finalizar: el Partido Liberal Colombiano tiene candidata a la Alcaldía Municipal de Mocoa hasta que el no diga lo contrario

El Partido Liberal Colombiano, gústenos o no, tiene su candidata a la Alcaldía Municipal de Mocoa. Las reglas del juego fueron claras y a ellos nos sometimos, por lo tanto, la lucha política se debe dar hasta el final pensando siempre en la victoria, jamás en la derrota y si ella llega, con la dignidad que nos caracteriza, con la frente en alto por haber dado de nosotros lo mejor, debemos tener la mente y el corazón dispuesto para reconocerla y reconocer a quien nos logre ganar por la decisión mayoritaria de quienes ejercieron en las urnas su derecho a elegir en democracia.


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