Las encuestas…cuestan

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Jaime Erazo Buenos Aíres. Argentina

Los medios de comunicación del departamento están poniendo de moda las encuestas para conocer la intención de voto de la opinión pública. Esperemos que no se tenga que vivir el desconcierto y la sensación de fracaso ocurrido con las encuestas en las pasadas elecciones presidenciales en las que los márgenes de error calculados fueron superados ampliamente. Hay que tener mucho cuidado.

Las encuestas políticas

Las encuestas políticas son instrumentos técnicos de precisión que permiten conocer o medir la intención de voto en la opinión pública. En teoría, cuando una encuesta es elaborada técnicamente, el margen de error de una encuesta es muy pequeño. Por el elevado costo que tienen para los partidos o movimientos políticos que las utilizan y, por la credibilidad y el prestigio que las firmas que las realizan ponen en juego, “las encuestas…cuestan”. Generalmente, las encuestas son realizadas por empresas especializadas y suficientemente acreditadas.

Empresas encuestadoras de mayor prestigio en Colombia


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Las empresas o entidades públicas encuestadoras más conocidas del país son: Yanhas, Universidad de Medellín, Tempo Group S. A., Research Services International S. A., Ipsos-Napoléón Franco y Cía. S. A., Invamer Ltda., Gallup Colombia Ltda., Datexco Company – Opinómetro y el Centro Nacional de Consultoría. Además, existen aproximadamente unas 70 empresas encuestadoras que no están acreditadas

Métodos para conocer al electorado


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En cuestiones electorales hay dos métodos principales para conocer al electorado: primero, el análisis estadístico de los datos disponibles y, segundo, las encuestas de opinión pública. Detengámonos un poco en las encuestas de opinión pública que por estos días en nuestro medio se está utilizando con un doble propósito: elevar el rating o porcentaje de radioescuchas y el objetivo político.

La averiguación de la intencionalidad del voto

El sondeo de la intencionalidad del voto mediante la aplicación de preguntas cerradas pero abiertas interacción en los medios de comunicación da lugar a que el margen de error se amplíe afectando su confiabilidad. Se acomodan más al subjetivismo o emocionalismo de quienes interactúan que a la realidad y muchas veces son susceptibles de hábiles y sutiles manipulaciones. Las discusiones que se originan en torno a ellas indican su grado de relatividad, cosa que no sucede con las encuestas técnicamente elaboradas y aplicadas a muestras representativas del universo electoral previamente identificadas, en donde finalmente la estadística y las matemáticas juegan un papel importante en su interpretación. Con los resultados de éstas últimas casi no hay discusión y si de ponen en tela de juicio, los argumentos no son para rebatir las cifras en sí sino a generar confusión o desviar la atención hacia otros aspectos que minimicen el impacto causado en la opinión.

Por sus consecuencias en la intencionalidad del voto y por lo tanto en el sistema democrático, la aplicación de encuestas es tan delicada y cuestionada que en el país se habla de la necesidad de regularlas.

Otra visión

Por lo dicho, no se quiere sostener que está mal que se indague a la audiencia o se le pregunte al elector cuál es su intención de voto. En cierto sentido, los sondeos políticos y su divulgación dinamizan los procesos democráticos e inciden en su calidad y en la intensificación del trabajo proselitista enriqueciéndolo. Lo que se quiere sostener es que se debe tener mucho cuidado con sus resultados puesto que lo abierto a cualquiera para que opine lo que quiera hay que saberlo interpretar y someterlo a comprobación ya que muchos de los factores que inciden sobre esos resultados son ambiguos, inexactos y poco confiables. Lo que no se puede aceptar es la manipulación de la opinión pública a favor de tal o cual candidato, de ahí el cuidado que se debe tener en su estructuración y aplicación.

El día de la quema se ve el humo

Son los hechos los que finalmente aprueban o desaprueban la veracidad de las encuestas o sondeos de la intencionalidad del voto. En política, como en el futbol, los momentos previos permiten comentarios y especulaciones a favor de uno o de otro equipo, se analiza y polemiza a micrófono abierto en donde los aficionados tienen la oportunidad de intervenir dando por seguro ganador al equipo de su preferencia, finalmente llega el día del partido y sucede que el equipo más opcionado en opinión de los aficionados pierde estrepitosamente, por decir algo, tres a cero, es cuando aparece la alegría por el triunfo o la frustración por la pérdida y sus consecuencias.

Digan lo que digan

En política, digan lo que digan, los candidatos y sus equipos tienen que trabajar duro para persuadir con sus propuestas a los potenciales electores, porque a quien se duerme en los laureles de las encuestas le puede pasar lo que le pasa al camarón que se duerme…¡se lo lleva la corriente!.

Concluyendo: por su naturaleza, las mesas de votación son las que definen quién gana el derecho que la democracia concede para ocupar un cargo o corporación pública de elección popular.

Jaime Armando Erazo Villota
Buenos Aires, 9 de julio de 2011


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