‘El ruido de las cosas al caer’

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ElTiempo.com – Guillermo Rivera

El título corresponde a la última novela de Juan Gabriel Vásquez. En ella, su autor escribe sobre el crimen de un fugaz y extraño amigo del protagonista, quien termina mal herido en la misma escena y luego de su recuperación inicia una compulsiva búsqueda de los orígenes del difunto y las razones del homicidio.

Vista de esa manera, podría ser una novela más. Sin embargo, no lo es porque todo el relato se da en el contexto de la tragedia colombiana que llegó con el narcotráfico y que, para nuestra desgracia, aún no termina.

¿Dónde estabas cuando asesinaron a Lara Bonilla?, ¿qué hacías cuando asesinaron a Galán?, ¿qué hacías cuando explotó la bomba en el avión de Avianca que cubría la ruta Bogotá- Cali?, ¿dónde estabas cuando el atentado al centro comercial?, etc., etc. Esos son algunos de los interrogantes que surgen en la narrativa de Juan Gabriel Vásquez y que obligan al lector a pensar en el momento de su existencia cuando ocurrieron esos acontecimientos imborrables para la memoria individual y colectiva.


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En lo personal, El ruido de las cosas al caer no solo me obligó a recordar qué hacía y dónde estaba cuando ocurrieron esos lamentables episodios. Me puso también a pensar que mi generación ha tenido que vivir desde el principio la tragedia surgida del narcotráfico.

Nací en la década de los 70, justo cuando la bonanza marimbera se imponía en la Costa Norte. Al empezar los años 80, cuando con mentalidad de adolescente empezaba a descubrir la realidad nacional, recuerdo a mi madre, dirigente en el Putumayo del Nuevo Liberalismo, horrorizada por el crimen de Lara Bonilla; más tarde, como estudiante de derecho del Externado, recibí las trágicas noticias del asesinato de Galán, de Bernardo Jaramillo y el genocidio de la Unión Patriótica, entre otras.

En esa misma condición de estudiante, observé con esperanza las deliberaciones de la Constituyente de 1991 y la expedición de la nueva carta política.

A finales de los 90, como secretario de gobierno del Putumayo, conocí de cerca la tragedia de mis coterráneos, acorralados por las Farc y los paramilitares, que se disputaban a sangre y fuego el monopolio de la economía cocalera.


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Asesinatos selectivos y masacres de colombianos anónimos eran parte del paisaje en el bajo Putumayo.

En la primera década de este siglo fui elegido congresista y durante estos nueve años he tenido que seguir registrando en mi memoria tragedias originadas en el narcotráfico: cooptación de amplios sectores políticos por organizaciones armadas ilegales, reciclaje de estas en bandas criminales y asesinatos selectivos de líderes de organizaciones de víctimas que reclaman sus legítimos derechos.

Desde los años 80, en cada década, el narcotráfico se ha reinventado como negocio y como expresión armada: bandas de sicarios, ejércitos de paramilitares y bandas criminales son los más destacados.

El presidente Obama ha dicho que es hora de repensar la política de lucha contra las drogas; la comisión global de políticas de drogas ha hecho un planteamiento serio en la materia; el presidente Santos dijo estar dispuesto a revisar esta política.

Es hora de garantizar que las generaciones por venir no tengan que vivir en medio de esta tragedia.

Guillermo Rivera, Representante a la Cámara de Putumayo por el Partido Liberal


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