Socorro Ramírez – ElTiempo.com
Una iniciativa dirigida a preservar los servicios que los bosques, los ríos y las gentes de la Amazonia le ofrecen al mundo, y procurar bienestar para sus pobladores.
Colombia, por fortuna, ha empezado a incorporar el territorio de la región amazónica.
El centralismo confinó a Colombia en su condición andina y han sido necesarias numerosas presiones para que comenzara a asumir también su dimensión caribe y del Pacífico. Pero faltaba aún la Amazonia, a la que pertenece el 42,4 por ciento del territorio nacional. Por fortuna, Colombia empieza a incorporarlo.
Se ha desarrollado un productivo diálogo entre entidades estatales, de la sociedad civil y de la cooperación internacional, llamado la Mesa para la Amazonia Colombiana, que logró, entre julio del 2009 y fines del 2010, concertar una «estrategia nacional para la conservación y la sostenibilidad cultural, ambiental y económica de la Amazonia colombiana», dirigida a preservar los servicios que los bosques, los ríos y las gentes de la Amazonia le ofrecen al mundo, transformar la inserción de la región en la economía nacional y procurar bienestar para sus pobladores.
Una de las 11 líneas de acción de la estrategia plantea la cooperación para el ordenamiento y la gestión ambiental con los países vecinos. Tarea fundamental ya que, de las fronteras terrestres de Colombia, las amazónicas son las más extensas. En los 4.544 km de colindancia amazónica, con Venezuela (982 km), Brasil (1.645 km), Perú (1.625 km) y Ecuador (292 km), hay poblaciones, ecosistemas y oportunidades compartidas que, de asumirlas conjuntamente, generarían más capacidad para hacerle frente a su problemática actual y hacer valer los servicios ambientales que prestan al equilibrio planetario.
Llaman la atención dos ausencias significativas de la estrategia. La primera, que aunque reconoce la necesidad de incorporar a todos los actores, entre los gestores no aparece ninguna gobernación o alcaldía amazónica. La segunda, que alude a la Consejería Presidencial para la Gestión Ambiental creada a fines del 2010, pero esta no es la responsable de impulsar la estrategia ni es específica para la región.
Justamente sobre ese tema, un poco antes, el 3 de septiembre pasado, con el aval de los departamentos completamente amazónicos (Amazonas, Caquetá, Guaviare, Guainía, Putumayo y Vaupés; otros cuatro: Vichada, Meta, Cauca y Nariño tienen allí solo una parte de su territorio), varios ambientalistas le propusieron al presidente Santos conformar una instancia del rango de una consejería presidencial con capacidad de convocar a todos los actores -gubernamentales y no gubernamentales, locales, regionales, nacionales e internacionales- que intervienen en la Amazonia colombiana para articular voluntades, esfuerzos y recursos en torno a una agenda de desarrollo sostenible capaz de romper el dañino círculo de pobreza-deforestación-degradación ambiental, y de contrarrestar el arraigo de actividades ilícitas y grupos irregulares. La última línea de acción de la estrategia está ligada con otra iniciativa que ayuda a hacer de la conservación y la sostenibilidad de la Amazonia colombiana una prioridad pública y colectiva. Se trata de la campaña ‘A sacar al Amazonas del olvido’, lanzada el 4 de diciembre del 2010, por la Alianza Amazonas 2030 con el propósito de lograr que en los 20 próximos años se revierta la destrucción del bosque, la reducción del agua potable y de los caudales de los ríos. Para ello monitorearán el impacto de la gestión pública y privada en la calidad de vida de la población y en los ecosistemas de la Amazonia.
Bien valdría que estas iniciativas ayuden a cambiar la percepción nacional que ve a la Amazonia como un lugar inhóspito, ilegal y violento que hay que «civilizar»; que logren contrarrestar las fuertes presiones extractivistas; y que se conviertan en motores del Plan de Desarrollo y la política exterior nacional para evitar que se queden en buenas intenciones.