El espíritu de Roger Casement

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Los colombianos concebimos que lo que caracteriza una gestión diplomática, por regla general hace alusión a cocteles, reuniones, protocolos, buenas viandas y buenos vinos. Es precisamente a lo que nuestro personaje no se dedicó.

Roger David Casement se salía de cualquier esquema y es que su vida fue tan apasionante como trágica su muerte. Irlandés de nacimiento, nunca comulgó con la adhesión de su país a Inglaterra; durante su carrera diplomática jamás contempló la posibilidad de contemporizar con la injusticia. Llegó a trabajar al Congo africano a finales de 1899 donde cumple su misión por dos años. Posteriormente le piden que se traslade al Brasil y una vez allí le hacen una nueva solicitud para que investigue los acontecimientos que por rumores llegaban a Europa sobre los abusos que los caucheros cometían con los indígenas en la zona del río Putumayo. Era la verdadera razón de su traslado al Brasil, razón que en un inicio sutilmente le ocultaron. Asume con responsabilidad la tarea, viaja a la zona y producto de ello el mundo conoce su investigación que le tomó cerca de dos años (1910-1912) sobre los horrores que con los indígenas murui (mal llamados huitotos) sucedían en los afluentes del río Putumayo.

El reconocimiento por sus valerosas denuncias le valió, en 1911, que Inglaterra le otorgara el título noble de “Sir”, en buen español Caballero. Después de este episodio pasa a retiro, pero al volver a Dublín se involucra con el movimiento separatista irlandés y como miembro activo, secretamente viaja a buscar en Berlín el apoyo de los alemanes, enemigos de Inglaterra. A su vuelta es tomado preso, despojado de su título nobiliario, acusado de traición al Reino Unido es procesado, sus diarios (se dice que fueron alterados) en donde registraba pormenores de su condición homosexual fueron confiscados y publicados en los diarios londinenses y finalmente condenado a la horca. Muere el 3 de Agosto de 1916 y sus restos repatriados en 1965.


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Pues bien, a nadie se le ocurriría que la curiosidad que este personaje algún día despertó en mí, iba, algunos años más tarde, a servir de motivación principal a Mario Vargas Llosa, que dedicó cerca de 3 años de investigación y paciente trabajo para producir lo que será la primera obra que salga al público ya como ganador del Nobel 2010 de literatura. Se llama “El sueño del celta”.

Vargas Llosa llegó hasta Casement leyendo al escritor Józef Teodor Konrad Korzeniowski. Los biógrafos de este último dicen que capitaneando un barco por el Congo belga, de manera casual trabó amistad con el cónsul del Reino Unido en esa colonia africana. Corría el año 1899. Resultado de esa amistad el diplomático le confió a Józef muchas verdades acerca de lo que sucedía con el abuso a los negros en ese protectorado. Sus confesiones sirvieron más tarde para hilar la novela conocida como “El corazón de las tinieblas” (1902) que no sólo puso al descubierto el verdadero rostro del rey Leopoldo II de Bélgica sino que lanzó a la fama al escritor polaco a quien se conocería desde entonces como Joseph Conrad; tiempo después el escritor adoptaría la ciudadanía inglesa.

Del mismo diplomático tendría noticias el mundo más adelante, cuando involucrado en asuntos de las caucheras del Putumayo, en tierras que mientras Colombia y Perú se disputaban, Casement se interesaba más en lo que tenía que ver con el etnocidio que la casa Arana, con capital inglés, venía cometiendo en ellas. Miles de indios vejados, torturados y asesinados. El papel de Roger Casement en todo este episodio despertó la curiosidad de Vargas Llosa.

Cuando uno repasa los acontecimientos de la historia que tienen que ver con la amazonia peruana y con el Putumayo ocurridos hace 100 años, obligadamente se va a tropezar con Roger David Casement. Así supe de él.


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Parece ser que las coincidencias es el común denominador en lo que respecta a mi personaje. Estaba yo de tránsito por Bogotá en el año 2001 cuando recibí una llamada desde Irlanda. Una señora o señorita me llamaba para hacerme una propuesta que consistía en acompañar a un pequeño grupo que iba, me explicó ella en buen español, a visitar sitios, personas, buscar documentos, para luego rodar una película que les había contratado el gobierno irlandés y que en alguna forma buscaba reivindicar la imagen y el buen nombre de este vilipendiado diplomático. En esas condiciones viajaríamos a Leticia, Iquitos y otras poblaciones. La pregunta inmediata que me hice en ese momento fue, por qué me llamaron precisamente a mi? Tuve que hacer un esfuerzo para recordar que un año atrás vivía yo en una casa finca donde recibimos la visita de unos extranjeros, gringos por más señas. En tanto la comida se preparaba, alguien me pidió que los distrajera un rato contándoles “una historia de esas que usted sabe”. Dediqué todo el tiempo que me regalaron en contarles lo que yo alcanzaba a recordar de Roger Casement, hoy en día considerado uno de los pioneros de los Derechos Humanos en el mundo. Al final de la disertación, una señora que dijo venir desde Washington se me acercó y me comentó con mucha naturalidad que su hijo vivía en esa ciudad, y que al igual que el personaje irlandés de quien les hablaba, también su hijo era homosexual. Me explicó que esa condición sexual en Estados Unidos era vista con más tolerancia que en nuestros países y que además le encantaría llevar esta historia a las tertulias que ellos sostienen en sus círculos literarios. Recuerdo que posteriormente algo escribí sobre Casement para enviarle a su hijo.

Ahora sabía el eslabón a través de la cual se encadenó la llamada telefónica. Nunca imaginé que eso llegaría a oídos de gente en Irlanda, donde al decir de Vargas Llosa, aún en ciertos sectores se evade un poco el tema de Sir Roger. Finalmente no pude acompañarlos en su viaje, pero logré hacerles unas conexiones necesarias y además sostuve por un corto tiempo comunicación con la irlandesa a través del correo electrónico. Un año más tarde reanudé la comunicación, me contó que ya habían entregado su trabajo al gobierno irlandés y ofreció enviarme una copia del documental “Ghost of Casement” (El espíritu de Casement) a Puerto Asís, donde efectivamente me llegó en forma de cinta VHS para la época.

Hoy, esta irlandesa es una de las directoras más reconocidas del continente europeo en cuestión de documentales de cine, su nombre es Kim Bartley. Su fama se dispararía gracias a una casualidad: se dedicaba en Venezuela en Abril de 2002 a rodar un documental sobre la Revolución Bolivariana, cuando de improviso la sorprendió el famoso golpe de Estado que sacó por 48 horas de la Presidencia a Hugo Chávez, siendo testigo de excepción del momento y logrando imágenes y grabaciones de oportunidad que dio a conocer al mundo a través del documental “La revolución no se retransmitirá”. Este casual detalle lanzó al estrellato a Kim Bartley.

Ahora el mundo entero espera con expectativa y paciencia el lanzamiento del libro del nuevo Nobel, yo diría que el único escritor consagrado que con este nuevo libro suma tres, dedicados en alguna forma a la amazonia colombo peruana. Con seguridad, como toda su obra, nos llevará a conocer el verdadero espíritu de Sir Roger David Casement, así con título noble, si es que el Reino Unido decide devolverle algún día el de “Caballero” del que alguna vez, de pronto injustamente, lo despojó.

Guido Revelo Calderón
Puerto Asís, Putumayo
Octubre de 2010


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