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Sin lugar a dudas que Putumayo es una de las regiones mas bellas y ricas de Colombia. Geográficamente está enmarcada por dos fronteras: Ecuador y Perú. Igualmente hace parte de la región Amazónica Colombiana; recibe el nombre de uno de los principales tributarios fluviales del Río Amazonas: el río Putumayo. Su economía se sustenta en actividades agropecuarias y la explotación petrolífera. Habitado ancestralmente por las comunidades Inga y Kamtza que conservan gran parte de sus tradiciones y costumbres prehispánicas. Durante su historia ha tenido que soportar difíciles y cruentos momentos: invasión incaica, abuso español, presencia de la Casa Arana, abandono estatal, narcotráfico, guerrilla, para militarismo y un cúmulo de sucesivas penetraciones de colonos que han deteriorado el medio ambiente (flora y fauna) y la ya centenaria presencia de blancos y mestizos que hicieron su propia “reforma agraria” en detrimento de los intereses de sus verdaderos dueños.
El sociólogo Víctor Daniel Bonilla publica en el año de 1968 su libro “Siervos de Dios y amos de indios” en el cual formula graves denuncias sobre la presencia de varias comunidades religiosas que so pretexto de catequizar y evangelizar a los propios de esta región los someten al escarnio publico y al vasallaje tributario, despojándolos incluso de sus tierras y obligándolos a cambiar su cosmovisión: religión, idioma, costumbres y pensamientos. El libro es prohibido y su autor difamado y ultrajado. Bien valdría la pena revisar este texto para aproximarnos a la historia de esta bella y riquísima región del sur occidente colombiano.
Putumayo debería ser noticia permanente por su importancia ecológica y medioambiental, por la calidad de su gente, por sus inmensas riquezas naturales y paisajísticas y por las diferentes expresiones culturales que la hacen única en el contexto latinoamericano. Pero a lo largo y ancho de su historia la nota característica ha sido el total abandono por parte del Estado colombiano, los gobernantes de turno y la supina ignorancia de los colombianos que únicamente vuelven sus ojos a ella cuando el orden público es alterado.
En estos días Putumayo es noticia por la cruenta y lamentada muerte de soldados en una guerra de nunca acabar. Todo indica que los únicos en conocer su verdadera y real importancia son los grupos al margen de la Ley que explotan su posición geoestratégica, la bondad de su clima y la riqueza de su misma naturaleza. Para el resto de colombianos y gobernantes de turno Putumayo parece no existir. Hay poblaciones enteras que no cuentan con agua potable o acueducto, su carretera es una de las más peligrosas del mundo y la verdad es que hay que ser temerario para atreverse a recorrer su geografía en automóvil. Es notorio el desconocimiento de todo su potencial económico que bien utilizado y explotado significaría un gran aporte para el país entero. Durante décadas Putumayo ha tenido que enfrentar la estigmatización de la que es victima por parte de sus propios hermanos colombianos. No obstante su inmenso potencial es una de las regiones con mayor índice de necesidades Básicas Insatisfechas. Colombia debe mirar al Putumayo con otros ojos y de una vez por todas hacerlo parte de su geografía, su historia y su presupuesto. No está lejano el día en que, de continuar este trato injusto e indecoroso, Colombia pierda al Putumayo como alguna vez perdió a Panamá. Sus solo paisajes son una recreación para el alma, sus frutos exóticos hacen creer que estamos ante el mismo paraíso terrenal, su gente dulce y tierna nos recuerda la bondad del espíritu humano. Su fauna, su flora, sus ríos, quebradas y montañas nos permiten expresar, sin temor a equivocación alguna, que Putumayo es un pedazo de cielo en las mismas entrañas del Amazonas.
Vuelvo y digo, bien valdría la pena que Colombia mire a este departamento con algo de amor. ¿Por qué no invertir en infraestructura turística que dejaría en pañales todo centro de esta índole en Colombia y Sur America entera? Para eso se requiere compromiso: del Estado colombiano, de los grupos alzados en armas y de todos y cada uno de los colombianos que han menospreciado la riqueza y belleza de este emporio que los ha convertido en miserables que pisan uno de los suelos más ricos y generosos del mundo. Vi chozas junto a los grandes pozos petroleros e indigentes en medio de una exquisitez de tierras. Putumayo también es Colombia y merece mejor suerte, le sobran meritos para ser la joya de la Corona. Con algo de voluntad Putumayo saldrá de la oscura noche que le ha tocado padecer. Es, sin duda, la misma Corona.
PABLO EMILIO OBANDO ACOSTA peobando@gmail.com http://comunidades.semana.com/wf_InfoNoticia.aspx?IdNoticia=5930