Acerca de la política, la pobreza y la democracia

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Franco Armando Guerrero Albán –

Nunca en mi vida personal había participado de cerca en un proceso político social como protagonista de primer orden y con tanta solidaridad y afecto a mi lado y con buenas posibilidades de triunfo, como hoy muestran los resultados electorales del pasado 14 de marzo de 2010, cuando el Putumayo eligió a sus dos representantes a la cámara.

Observé que estos eventos políticos que designa en los ciudadanos la representación política por elección popular, nada o muy poco tienen que ver con una verdadera democracia del Estado Social de derecho. Miremos por qué.

Los candidatos tradicionales, que son quienes detentan el poder, hacen todos los esfuerzos políticos, económicos y administrativos de la llamada gestión o chantaje para beneficiarse, como sea, de toda la burocracia nacional, regional y local, para controlar a gerentes de entidades, mandos medios, secretarias y celadores; a trabajadores de cooperativas de trabajo, trabajadores de órdenes de trabajo y veintiocheros de esas entidades. Además, se  suma el control que ejercen sobre las llamadas ONGs, encargadas de toda clase de programas y proyectos, cuyos gerentes o directores y personal de oficina, se arrodillan ante la “democracia” indigna de los dueños del poder administrativo y legislativo, entregando con ello el honor de su voto de conciencia.      El pírrico ingreso miserable de la mayoría de trabajadores y las limosnas ofrecidas por el gobierno a su pueblo, como si se tratase de grandes inversiones sociales, son la explicación del enriquecimiento de unos pocos, con una agravante, esa condición de  miseria sirve para desfigurar la democracia y convertir a amplios sectores de la población en mendigos de un carnet del SISBEN, de un subsidio de familias en acción y de cuotas guardabosques ó cualquier otra limosna tirada para atajar rebeldías y comprar conciencias famélicas, y es así como permiten perpetuar el obsoleto régimen y politiqueros de turno.


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Sumémosle los contratos dirigidos a la llamada clase política, a los contratistas de todos los pelambres, cuna de la alta y baja corrupción de la administración pública del país y de los entes territoriales. A los que caen siendo estudiantes de los claustros universitarios, cuando los proclaman  como la nueva sangre y futura dirigencia de la región. ¡La conciencia vendida del Putumayo!

Cuando los candidatos tradicionales tienen lista toda esa infraestructura administrativa y económica, aparecen los candidatos convertidos o endiosados, dizque, en los grandes líderes y superdotados del pueblo, aclamándose defensores de la democracia participativa, pioneros de la honradez y la transparencia y cuanto nombre rimbombante encuentran en los diccionarios y le dan a la deformada democracia tradicional Republicana. Aparece cada candidato con más de 50.000 afiches a todo color mostrando su mejor perfil e imagen con la magia del photoshop, aparecen decenas de pasacalles colgados en todos los municipios sin respetar las reglas de juego expresadas en decretos o resoluciones de control electoral para esas actividades, aparecen pendones pequeños, otros grandísimos que cubren paredes y hacen colgandejos de madera o metálicos para impresionar a confundidos votantes. Murales de todos los tamaños, elaborados con la ayuda de los expertos que ya conocen y aparecen en cada elección  y, rematan la avasalladora campaña llenando los bolsillos propios y de sus lugartenientes o compinches de turno para comprar conciencias, no sólo de los pobres sino también de estudiantes de bachillerato, universitarios y profesionales que andan en busca de mendigar un puesto o un puñado de dinero. Algo increíble, controlan todos los medios de comunicación existentes en el territorio, tienen más de 2 o 3 programas de radio en red departamental, decenas de cuñas radiales e ilustres periodistas a su rémora de disposiciones lacayunas.

Luego vienen los analistas políticos, aunque ya lo saben de memoria los candidatos, expresan como algo normal, sin ruborizarse dicen que las elecciones se ganan en la última semana, sobre todo el día de las  elecciones. Y claro, en la última semana contratan en cada municipio a decenas de jóvenes, de adultos hombres y mujeres para entregar publicidad y orientar el uso de los tarjetones, para entregar remesas; allí siguen encontrando líderes que comprar. Se presiona la intención de voto de concejales, diputados, miembros de directorio municipal y departamental para hacerlos cambiar de candidato. Y preparan el último gran día cuando ya han contratado un promedio de 5.000 almuerzos por cada uno de los trece (13) municipios del departamento, almuerzos que reparten entre corregimientos, inspecciones de policía, veredas especiales y cabeceras municipales, en total 65.000 almuerzos por cada candidato tradicional.  Ese día se disputan la contratación de buses, de chivas, camionetas, busetas, es decir, de todo el transporte público y privado existente en cada municipio, los dueños de los medios de transporte viven su agosto cobrando exageradamente  por sus servicios a los políticos, quienes pagan, al fin y al cabo, con recursos de la llamada corrupción. También contratan las motos de particulares, gente del común y mototaxistas, o sea contratan hasta el nido de la perra; esa es la democracia de la que hablan los políticos tradicionales, esa es la democracia para las elecciones.

Luego el pueblo reflexiona sobre el Putumayo que está en crisis y no le paga a los trabajadores de hospitales y colegios, y quienes más se quejan, supuestamente son más estudiados, algunos profesores son los primeros en participar de esa terrible politiquería y antidemocracia.


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Por eso, cómo no sentirme orgulloso y agradecer y demostrarle al pueblo putumayense que sí es posible lograr avances democráticos que hacen al verdadero Estado Social de Derecho, cuando hombres y mujeres de bien y conscientes del desarrollo social, de la solidaridad y los afectos, estuvimos a punto de llevar a uno de sus hijos a la Cámara de Representantes.

Si persistimos en esa dirección, a ese llamado de participación del pueblo, lograremos, en futuros certámenes, los triunfos populares que se le han negado a las mayorías putumayenses.  El pueblo debe aprender las lecciones y defender su dignidad y los anhelos de las familias humildes de la región que buscamos desarrollar la producción agraria y la zona urbana y el bienestar social de la población.

Franco Armando Guerrero Albán

fagaarmando@hotmail.com

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