Las más afectadas son Nukak, La Paya, La Macarena, Paramillo y Catatumbo-Bari.
La Policía Antinarcóticos afirma que en estas zonas la erradicación debe ser manual.
A los ya conocidos problemas que enfrentan los parques naturales colombianos, como la deforestación y el tráfico ilegal de especies, se les ha sumado ahora otro cáncer que ha sido difícil de frenar: la siembra de cultivos ilícitos.
Se calcula que 3.445 hectáreas de estos lugares que resguardan nuestra biodiversidad, el equivalente a 7 mil campos de fútbol, han sido dañadas o arrasadas para plantar allí matas de coca, según datos entregados a EL TIEMPO por la Policía Antinarcóticos, que en las últimas dos semanas se ha dedicado a verificar en nueve departamentos qué tan efectivas han sido las aspersiones con glifosato que se han hecho allí, en los últimos tres meses, para erradicar los cultivos ilegales.
Las cifras, basadas en los reportes del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci), de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), indican que los sembrados ilegales abarcan en su mayoría al parque nacional Nukak, en el Guaviare, donde se reportan 1.033 hectáreas cubiertas con coca.
Una situación similar vive La Macarena (Meta), donde hay 581 hectáreas afectadas.
Otros lugares en problemas son los parques Paramillo, que abarca zonas de Antioquia y el sur de Córdoba; La Paya (Putumayo); Sierra Nevada de Santa Marta; Munchique (Cauca); Puinawai (Guanía); Utría (Chocó), Tinigua (Meta), Sanquianga (Nariño) y Tuparro (Vichada).
El Catatumbo-Barí, en Norte de Santander, es otra zona de reserva donde la coca ha hecho estragos. Allí hay 477 hectáreas dañadas. Este es el parque en peor situación, porque las áreas cultivadas ilegalmente se han incrementado más de 10 veces.
No se puede usar glifosato
El coronel Henry Gamboa, jefe del programa de erradicación de cultivos ilícitos de la Policía, explicó que a los daños ambientales que implica la siembra de la coca -para cultivar una hectárea se deben talar otras tres de selva virgen-, se suma que estas plantas, por estar dentro de un área protegida, no se pueden eliminar con aspersiones aéreas, sino a través de erradicaciones manuales, lo que hace que la destrucción de las matas se convierta en un trabajo mucho más lento y complejo, que implica grandes desplazamientos de tropa.
De acuerdo con el último reporte del Simci, son 15 las áreas protegidas afectadas por los cultivos ilícitos.
Un número que era mayor hace cinco años, cuando según el mismo organismo la coca había invadido 6.100 hectáreas de 16 parques.
La cifra cayó en un 60 por ciento en el 2006 (3.600 hectáreas) y se ha mantenido constante, sin reducciones considerables, hasta hoy.
Teniendo en cuenta que Colombia tiene más de 12 millones de hectáreas incluidas dentro del sistema de áreas protegidas, las hectáreas ocupadas por los narcos no representan ni el uno por ciento del total.
Sin embargo, así haya una hectárea ocupada por los cultivos ilícitos, el diagnóstico es muy grave desde el punto de vista de la conservación.
De acuerdo con Elssye Morales, asesora de la dirección de la oficina de Parques Nacionales Naturales, «la actividad del cultivo ilícito trae otros delitos ambientales conexos, como la tala». En los últimos 8 años se han perdido más de 158 mil hectáreas de selvas vírgenes en el intento de los traficantes por abrir nuevas zonas de cultivo y darle espacio a la construcción de laboratorios.
«Pero a eso hay que sumar la contaminación de las fuentes hídricas con químicos que son usados para el procesamiento de la coca, el riesgo que existe para los guardabosques y, por supuesto, el impacto sobre la fauna, principalmente las aves, que pierden zonas de anidamiento y alimentación», agregó Morales.
Cocaína escondida en las playas
Los narcos han utilizado las áreas protegidas para el transporte de cocaína entre Colombia y Norteamérica, aprovechando su ubicación y la poca vigilancia que se ejerce en algunas de ellas.
Otras han sido minadas para complicar los patrullajes. Por eso, algunos traficantes han enterrado la droga, para evadir a las autoridades, en playas de áreas como Sanquianga y Tayrona.
«Esto no quiere decir que los parques estén permeados por el narcotráfico, sólo se vuelven plataformas de los narcos para enviar sus cargamentos al exterior», dice Julia Miranda, directora de Parques Nacionales. «Para reducir los cultivos en los parques son clave los programas de erradicación, pero siempre y cuando estén acompañados por proyectos alternativos para que la comunidad no se vea obligada a sembrar más coca para subsistir», agregó.
JAVIER SILVA HERRERA
REDACCIÓN VIDA DE HOY
ElTiempo.com.co