Agua pasó por aquí…

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“Agua pasó por aquí,
cate que no la vi. “
(Popular adivinanza infantil )

“Agua pasó por aquí”, así empieza ese sencillo juego de palabras infantiles,  pero si hablamos de la tragedia de Mocoa, el asunto ya no es  tan tierno. Pues no fue agua lo que únicamente pasó; ya que pasaron  junto con la  desbordada agua  piedras gigantes, y lodo, mucho lodo, el cual, según lo afirmó un experto en una conferencia: “Le sirvió de pista de resbaladero a esas enormes rocas que arrasaron con lo que se atravesó en su camino.”

Agua pasó por aquí, y con ella pasaron   árboles,  troncos, y raíces en una cantidad inimaginable,  pasaron los restos de muchas viviendas destruidas, pasaron automóviles grandes y pequeños, pasaron los muebles y enseres, y pasaron infinidad de objetos en un desfile nocturno de terror; pero lo más triste de todo, fue que pasaron muchos seres humanos completamente indefensos.

“Cate que si la vi.”  La pesadilla tuvo muchos testigos, entre ellos una señora que me narra parte de su vivencia la noche de la tragedia, me cuenta entre lágrimas que con su cuerpo trató de esconderles el horror a su hija y a uno de sus nietos, mientras desde el balcón de un segundo piso contemplaba como el infierno frío corría bajo sus pies. Ella profundamente conmovida mira a la distancia con los ojos aguados y dice: “Vi como bajaban niños, como  en una película en cámara lenta y ellos trataban de agarrarse del cielo,  y nosotros sin poder  hacer absolutamente nada para auxiliarlos.”


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Agua pasó por aquí y algunas personas vieron como con ella traía arrastrando a una señora que milagrosamente logró agarrarse de un pequeño árbol frutal, no tan grande, casi frágil en medio del tremendo torrente  que se abrió paso por entre varias viviendas; por fortuna para la desdichada  dama,  el arbolito que había crecido en el patio de una casa, resistió el embate de las aguas y los golpes de grandes piedras.

Agua pasó por aquí, pero lo que no pasaba rápido era la noche eterna que tuvo que padecer la señora agarrada como podía de esas inestables, húmedas y resbalosas ramas en la que había encontrado refugio;  no pasaba el frío de las largas horas que debió soportar herida y desnuda, encaramada como pudo en ese pequeño árbol que la había servido de bote salvavidas en medio de ese mar de desolación en que se encontraba.

Agua pasó por aquí, y el dolor y la angustia se quedaron.  La desesperación y los gritos de auxilio de la señora en la oscuridad  duraron toda la noche, dicen los testigos, que también se encontraban impotentes por no poder auxiliar a tanta gente que clamaba por ayuda. Pero “No se puede llegar al alba si no por el sendero de la noche.” Escribió el poeta Khalil Gibran; y en la madrugada por fin comenzaron a llegar las manos solidarias que tanto se necesitaban.

Agua pasó por aquí, y  después de la tempestad NO vino la  calma, si no el despertar más oscuro y triste que nuestro pueblo haya podido  vivir. Las huellas del desastre, se podían ver por  doquier, así como se podían ver las heridas marcadas en la piel desnuda de la señora, que fue auxiliada y cobijada tras una larga noche de padecimiento y desespero, aferrada a ese pequeño árbol que le dio una segunda oportunidad en la vida.


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Agua pasó por aquí y el tiempo también ha pasado, casi un año después fuimos a ver ese árbol que de manera providencial  se apareció en el camino de una persona caída en desgracia para tenderle sus ramas. Por supuesto, que durante ese lapso debió de haber crecido un poco más, se le observan unos pocos frutos ya casi a punto de madurar, quizá sean los primeros que brinda  después de su silenciosa hazaña. Nuestra naturaleza se sigue mostrando benigna.  La culpa de todo el desastre no fue enteramente suya.

“Agua pasó por aquí, cate que no la vi”. La respuesta de la adivinanza es muy simple; hay otras preguntas sobre el  desastre cuyas respuestas son más difíciles de encontrar.

“Agua pasó por aquí, cate que no la vi”. Gracias árbol de “aguacate” por haber salvado una vida.

John Montilla. Texto y fotografías.

29- marzo- 2018

Tomado de : John Montilla – Blog


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