Toda una aventura: estudiar y trabajar como joven refugiada en la frontera

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Selena asiste a clases los fines de semana en Lago Agrio. La flexibilidad del horario ha permitido que mantenga su trabajo. © ACNUR/ Nery Valencia

ACNUR) – Para Selena*, estudiar y trabajar es el pan de cada día. Hija de padre colombiano y madre ecuatoriana, esta joven de 22 años nacida en Colombia no se detiene ante la adversidad. No lo hizo cuando a los seis años su familia se vio obligada a dejar su Putumayo natal. No lo hace ahora estudiando Administración de Economía Social en el Instituto Técnico Superior Crecer Más (ISTEC), de Lago Agrio.

“El poder de la educación nos está abriendo las puertas”, dice esta joven refugiada sobre su vida en Ecuador. “En 2001 tuvimos que venir huyendo de la violencia. Desde joven tuve que trabajar y cuidar a mis hermanos menores para apoyar a mi familia. Nunca abandoné mis estudios, y me gradué a los 17 años”.

Ecuador ha reconocido a más de 60.000 refugiados desde hace más de dos décadas. El 98 % de ellos son colombianos. La Constitución y la legislación ecuatoriana consagran la igualdad de derechos para los refugiados y los ciudadanos ecuatorianos. No obstante eso, la población juvenil enfrenta numerosos retos para permanecer en el sistema educativo, principalmente debido a  la situación socioeconómica de las familias, en muchos casos de extrema pobreza.

Con el fin de incrementar las oportunidades para esta población, ACNUR, la Agencia ONU para los Refugiados, desarrolla en Sucumbíos desde el año 2015 un programa de becas para jóvenes refugiados y solicitantes de asilo que viven en esta zona fronteriza con Colombia. Con el apoyo de ISTEC y sus programas para estudiantes trabajadores, los estudiantes pueden mantener un trabajo regular. “Gracias a que las clases son el fin de semana, yo puedo seguir trabajando para apoyar a mi familia durante la semana” explica Selena.


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Para Sonia Aguilar, Jefa de la oficina de ACNUR en Lago Agrio, “la educación es una llave para que la población joven refugiada se integre plenamente a la sociedad que les acoge. A pesar de que los y las estudiantes, sobre todo en áreas rurales fronterizas, encuentran muchas dificultades para acceder a estudios superiores”, dice Aguilar “una vez que encuentran la manera, se convierten en un motor de transformación de las condiciones de vulnerabilidad de sus familias, e incluso de sus comunidades”.

Al igual que Selena, otros 23 estudiantes en la provincia ecuatoriana de Sucumbíos, fronteriza con el departamento colombiano de Putumayo, han accedido a estudios superiores prestados por ISTEC. La oferta de esta institución educativa incluye carreras como Ingenierías en Agroforestal y Agroindustrias y Administración de Economía Social; es una de las pocas instituciones de tercer nivel presentes en esta provincia que acoge a alrededor de 15.000 personas solicitantes de asilo y refugiadas, 54% de los cuales son jóvenes. El apoyo conjunto de ACNUR e ISTEC incluye el financiamiento de los costos de matrícula y un aporte financiero para el transporte desde sus comunidades.

A su vez, para los jóvenes de las pequeñas comunidades rurales del cordón fronterizo, el acceso a la educación primaria, las dificultades socio-económicas o incluso el embarazo temprano hacen extremadamente difícil la culminación de estudios secundarios, y aún más los superiores.

“Sin la beca, para mi familia sería imposible asumir el costo de la educación. Además, viniendo de una comunidad fronteriza, llegar hasta el centro de estudios, a unas cinco horas de distancia, es prácticamente imposible”, explica Selena. “Por eso sé lo afortunada que soy al ser parte del programa”.


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Su acceso a la educación de tercer nivel le ha abierto la puerta a un trabajo en la Municipalidad local donde ha sido capaz de aplicar los conocimientos que ha adquirido.

Sus sueños y esperanzas siguen creciendo. “Nunca debemos darnos por vencidos”, dice Selena. “Trabajar y estudiar es muy fuerte pero al final del día, se descubre que es una aventura intensa”.

*Nombre cambiado por motivos de confidencialidad

Por Nery Valencia en Lago Agrio (Sucumbíos, Ecuador)

Fuente : Acnur


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