Una amistad sin condiciones

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Edwin Fabián Imbachi Gómez es arquero en las Escuelas Deportivas por la Paz de Mocoa y Danny Emerson Guerrero Mavisoy

Ellos han forjado una amistad como pocas, que inició por las casualidades del destino pero con un propósito muy claro: cambiar la vida de ambos. Esta historia comenzó a escribirse hace 6 años cuando Danny lo vio por el barrio y sintió la necesidad de ayudarlo.

Así fue como lo vinculó hace 4 años a la escuela de fútbol que tenía en el sector: «Yo lo miré en la calle como excluido, le tenían miedo los niños, las niñas, las señoras, entonces comenzamos a hacer una acción casi de asociarlo y desde eso lo metí al programa y lo que ha hecho el fútbol y las escuelas de formación a él le han servido mucho», aseguró Danny Guerrero.

Esa necesidad por ayudarlo se convirtió en un estrecho lazo, confirmando que todo tiene una razón, que la vida tiene escritos capítulos que nada ni nadie pueden cambiar y que marcan a quienes hacen parte de ellos. Eso fue lo que les pasó a los dos, y el primero de diciembre sería una fecha para nunca olvidar.

«El primero de diciembre hace 24 años murió un hermano, y da la casualidad que el primero de diciembre nació Edwin», contó con la voz llena de recuerdos el profe guerrero, junto a su fiel compañero que entre bromas entiende lo importante que fue la llegada de Danny a su vida, esa que nunca volvería a ser la misma, esa que sería mucho mejor.

Edwin Imbachi tiene síndrome de down, pero esa alteración genética no ha sido un impedimento para él, al contrario es la fuerza para cambiar los paradigmas de la sociedad: «Yo soy un niño especial y ellos me quieren», cuenta el joven de 22 años que sabe que todos los niños de las Escuelas Deportivas por la Paz lo aprecian, en especial su «amigo Danny».


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Ese amigo a quien acompañó día y noche cuando tuvo un accidente: «Hace un año me estrellé en la motocicleta. Estuve 15 días en cama y él estuvo ahí de 7 a 9 de la noche. Fue el único que estuvo», narró el profesor agradecido por el noble gesto de su alumno, quien siente una pasión por la posición de arquero.

Es un placer verlo en la cancha, volando para atajar los balones, celebrando los goles de su equipo, acomodando sus guantes para que la pecosa no se resbale, siendo como su ídolo: «Yo soy arquero, el arquero Ospina», dice con el pecho erguido mientras presume que también es uno de los mejores del mundo, Cristiano Ronaldo.

Son muchas las historias que se entretejen entre estos dos amigos, hermanos de vida, ejemplo de la importancia de una amistad sincera, una amistad sin condiciones.

Fuente : Coldeportes

 


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