Hacia un gran acuerdo por la reforestación

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POR: GUSTAVO GALVIS HERNÁNDEZ
En los últimos días, se han conocido dos cifras dramáticas en Colombia. Por un lado, una del Departamento Nacional de Planeación, según la cual entre 1990 y el 2013 fueron deforestadas tres millones de hectáreas de bosques en el país. Y por otro, la del Ideam, que reportó un aumento de 44 por ciento de la deforestación entre el 2015 y el 2016, al pasar de 124.035 hectáreas a 178.597 hectáreas.

Un aspecto a destacar del dato de Planeación Nacional es que el flagelo de la deforestación se ha perpetrado en municipios “con incidencia alta y muy alta de conflicto armado”. Además, por cuenta de esta descomunal extinción de bosques se han emitido 1.300 millones de toneladas de dióxido de carbono y se han afectado con erosión 430.000 hectáreas.

Identificada esta problemática, precisamente en un país que demanda acuerdos estructurales, nos corresponde como fuertes defensores de la sostenibilidad llamar a un gran acuerdo por la reforestación y contra la deforestación, como un verdadero acto de compromiso con el futuro, de las futuras generaciones, no solo del país, sino del mismo planeta.

El ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Luis Gilberto Murillo, ha enfatizado en que las principales causas del descalabro forestal se deben al acaparamiento de tierras (45 por ciento), cultivos ilícitos (22), infraestructura (10), incendios forestales (8), ganadería extensiva (8) y minería ilegal (7).


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Y también se desprende del informe del Ideam que los departamentos más afectados por la deforestación son: Caquetá, Chocó, Meta, Antioquia, Norte de Santander Guaviare y Putumayo. El nororiente de Antioquia es la zona más vulnerable de la Región Andina, donde una persona decide sobre 126 hectáreas, al tener en cuenta la cantidad de población y la extensión territorial de la región. Allí, el 61 por ciento de la tierra se dedica a usos no forestales, principalmente minería ilegal. Por regiones, la Amazonia sigue siendo la que tiene mayor superficie deforestada, pasando de 56.952 hectáreas perdidas en el 2015 a 70.074 en el 2016. Allí se concentra 39 por ciento de la deforestación en Colombia.

La segunda región más deforestada es la Andina, que pasó de 29.263 hectáreas perdidas en el 2015 a 45.606 en el 2016. Se acumula 26 por ciento de la deforestación en el país.
El Pacífico pasó de 12.206 hectáreas perdidas en el 2015 a 29.009 en el 2016. Fue la región que más incrementó su participación en la deforestación total (de 10 por ciento en el 2015, se llegó a 16 por ciento en el 2016).

En el Caribe 1,5 por ciento de todo su bosque se deforestó en el 2016, y esta zona de nuestra costa Atlántica concentra el 14 por ciento de la deforestación total, pasando de 16.742 hectáreas perdidas en el 2015 a 24.509 en el 2016. Los principales focos están en Urabá, Serranía de San Lucas, Paramillo y los Montes de María. Y la Orinoquia concentra 5 por ciento de la deforestación. En áreas perdidas, pasaron de 9.132 en el 2015 a 9.398 en el 2016.

Contar con estas cifras al detalle, gracias al monitoreo permanente del Ideam y las autoridades económicas, nos permite, por una parte, atender claramente la emergencia desforestadora, que si no se detiene a tiempo, amenaza con volverse una verdadera catástrofe ambiental, no solo por el desgaste de lo que hemos denominado uno de los grandes pulmones del mundo, y, por otra, unirnos como un todo para contener el desbordado flagelo.


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Qué bueno que sea el propio Gobierno, desde el Ministerio de Ambiente, el que lidere este proceso a través de la Estrategia Integral de Control a la Deforestación y Gestión de los Bosques, que, entre otros aspectos, promoverá “el uso sostenible de los bosques como factor de desarrollo nacional y escenario de la consolidación de la paz”.

En esa Estrategia se plantean acciones inmediatas como el Programa Bosques de Paz, la formulación de 18 Proyectos de Alternativas Productivas Sostenibles en la Amazonia, nueve proyectos Bioredd+ en el Pacífico para el fomento de la economía forestal, la consolidación de una franja de estabilización de la frontera agropecuaria, el fortalecimiento del Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono como insumo para la toma de decisiones en diferentes ámbitos y el fortalecimiento de capacidades a comunidades indígenas y afrodescendientes para la gobernanza forestal, entre otras.

Y es allí donde nace el gran reto, puesto que la responsabilidad de defender nuestros recursos naturales debe ser colectiva y solidaria, así que llevar a feliz término ese propósito superior, pasa por los hogares, la escuela, el colegio, las universidades, la clase empresarial y el Gobierno, en sus órdenes nacional, departamental y municipal.

Es hora de abordar, sin egoísmos, y con plena decisión, un gran acuerdo nacional por la reforestación, que, dicho sea de paso, va en línea con lo que hemos denominado ‘la Cosecha del agua’, pues para nadie es un secreto que entre más afectemos nuestros bosques con la deforestación, mayor riesgo corremos de un desabastecimiento del recurso hídrico en el futuro.

Fuente : Portafolio


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