El Pito que mata

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Aunque parezca increíble, existe una enfermedad incurable y misteriosa, de la que pocos han oído hablar, que hoy amenaza con contagiar a 35 millones de latinoamericanos, ya afecta a 10 millones de personas y entre ellas a 2 millones de colombianos, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el director de ciencias biológicas de la Universidad de Los Andes, Felipe Guhl.

No es una enfermedad nueva, como pudiera creerse. En 1909, fue descubierta por el médico brasileño Carlos Chagas, cuando movido por su curiosidad decidió estudiar unos «chinches de gran tamaño» que invadían los ranchos de su país.

Esta afección, para la cual no se ha encontrado una droga, vacuna o tratamiento capaz de controlarla -una vez desarrollada- y que ha sido calificada como una «tragedia continental», recibió el nombre de su descubridor: «El mal de Chagas».


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En Colombia, dijo el científico Guhl, la enfermedad ataca directamente al corazón y ocasiona una gama tan inmensa de alteraciones funcionales y electrocardiográficas que no tiene paralelo con ningún otro mal que afecte este órgano vital. A veces, transcurren 15 y hasta 30 años desde el contagio sin que la víctima sospeche que esta enferma y de pronto aparece el mal en forma fulminante.

Más grave aún es que a esta enfermedad tropical e infecciosa que está presente en todo el territorio colombiano no se le ha dado ninguna importancia. Se encuentra tan subvalorada que ni siquiera los médicos la identifican y se está confundiendo con casos de paludismo, malaria y leischmaniasis.

Además, según investigación adelantada el año pasado por la Universidad de Los Andes, el mal de Chagas, que en un principio pertenecía a las zonas rurales, está penetrando a las ciudades de manera preocupante, por medio de las transfusiones sanguíneas.

Por ejemplo, en Bogotá un promedio de 3 de cada 100 donantes son transmisores del mal, de acuerdo con análisis realizados en el Hospital Materno Infantil, el San Juan de Dios, el Hospital San Ignacio y la Clínica de la Policía, y en Cúcuta 8 de cada 10 donantes del Hospital San José están contaminados. «Es un problema de salud que requiere medidas urgentes de control y atención por parte de las autoridades», expresaron a SEMANA los investigadores.


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Como ya se mencionó, este mal tiene sus orígenes en las zonas rurales y más concretamente en el área selvática, donde habitaban los chupasangres, borrachudos, vun-vum, vinchucas o pitos, entre otros nombres con que se han denominado los insectos transmisores en los diferentes países americanos.
El primer registro conocido acerca de la existencia de estos insectos hematófagos (que se alimentan de sangre) data de 1590 y fue realizado por fray Reynaldo Lizárraga, quien durante un viaje de inspección a los convéntos del Nuevo Continente escribió: «Es templado el valle, pero tiene una plaga irremediable… es como una cucaracha que tiene un aguijón casi invisible con el que pica de noche y poco se siente.. . empero a los dos días se levanta una roncha como un haba con mucha comezón, más al que no tiene buena encarnadura se le hace una llaga que da pesadumbre».

Como datos curiosos, anota el cronista, no pican a ninguna persona que sea melancólica o tenga mal olor de cuerpos o pies y «helo visto por experiencia», y además son tan torpes y comelones que se llenan hasta el punto de casi no poder andar.

Otros viajeros, como el propio Charles Darwin, en su «Diario de viaje de un naturalista alrededor del mundo», comenta la voracidad de estos insectos del sur del continente y las torturas a que estaban sometidos cuando las «vinchucas» los atacaban al quedarse en los albergues del camino.

Poco a poco, con la tala masiva de los bosques y la destrucción de la vegetación, los «pitos», como se les dice en Colombia, buscaron nueva sede y se acomodaron en los techos de paja y las paredes de bahareque, donde no sólo han encontrado abrigo y alimento sino el medio ideal para reproducirse con rápidez -cada hembra pone de 200 a 400 huevos.

Hoy en día es difícil encontrar ranchos en los campos de América que no estén poblados por estos insectos que se relacionan con las malas condiciones de vivienda. Y en Colombia, por ejemplo, el 60% de las viviendas poseen esas características.

PICADURA Y TRANSFUSION

En las noches, una vez apagada la lumbre, los «pitos» salen de los colchones, las rendijas, los tejados y los orificios sombríos, donde suelen esconderse. Algunos bajan por las paredes, mientras otros simplemente se descuelgan y caen sobre el rostro o las extremidades de los moradores.

Después, estos insectos de color tabaco y de aproximadamente dos centímetros de largo, extienden el pico que mantienen doblado debajo de la cabeza y chupan por lapsos de hasta 20 minutos. Lo malo es que, tan pronto terminan, tienen la costumbre de dar un giro de 180 grados y defecar cerca o sobre la herida, por donde penetra la misteriosa bacteria que da origen al mal de Chagas.

Pero las picaduras no son el único medio de transmisión. Con el proceso migratorio de las poblaciones rurales hacia las ciudades se intensifico el mal de Chagas en las urbes debido a la contaminación por medio de transfusiones sanguíneas.

A pesar de la alta y progresiva incidencia de este tipo de transmisión, hasta el momento poca es la atención que se ha dedicado a su prevención. Sólo algunos casos aislados, como bancos de sangre de Brasil, tratan la sangre donada con una sustancia azul, capaz de destruir formas circulantes del parasito, y ahora los beneficiarios sólo aceptan «sangre azul». Sin embargo, lo más apropiado es realizar exámenes de sangre a los donantes.

Otra posible vía de transmisión identificada por los galenos es la congénita -cuando los parásitos atraviesan la placenta- y este mal se ha relacionado con casos de prematurez y abortos.

PRIMEROS SINTOMAS

La manifestación más común del comienzo de la enfermedad de Chagas es el «síndrome de romaña» o de puerta de entrada ocular, es decir, las consecuencias de picaduras en la cara, en cercanías de los ojos y párpados, por donde penetra la bacteria.

El síndrome, que, segun diferentes investigadores, se manifiesta en cerca del 70 por ciento de los casos de infección, consiste en que aproximadamente 10 días después de la picadura -cuando se han multiplicado las bacterias- los párpados se hinchan (parecen orzuelos), el ojo se cierra, se enrojece, se inflama la cara y crece el ganglio que queda en la parte anterior de la oreja.

En ocasiones se presenta también parálisis del músculo de la órbita ocular, generando un estrabismo convergente.

Durante todo este período agudo, los parásitos se desplazan por el sistema circulatorio y llegan a órganos como el corazón, el hígado, el vaso, los ganglios linfaticos, que al ser invadidos manifiestan síntomas como fiebre e inflamación de los diferentes sistemas.

De otro lado, con frecuencia se manifiestan malestares generales como palpitaciones, arritmias, dolores de cabeza (en adultos), irritabilidad y pérdida del apetito (generalmente en los niños).

«COMO VENCERLO»

El mal de Chagas se ha convertido en una verdadera tragedia para sus víctimas, ya que una vez desarrollado sólo se puede tratar de controlar algunas molestias secundarias, pero, según los investigadores, generalmente la afección en sí es de carácter fulminante.

Actualmente, diferentes instituciones están tratando de detectar el mal de Chagas, cuando aún se encuentra en su fase aguda, ya que cuando los parásitos están circulando existe posibilidad de destruirlos. Para estos casos existen drogas fuertes como el Lampit y el Nifurtrimox que, además de causar desagradables trastornos, son muy costosas.

Ante la magnitud de esta situación, el único camino viable y seguro, por el momento, es la prevención del contagio mediante el mejoramiento de las condiciones de vivienda -ya que el insecto transmisor se reproduce especialmente en ranchos de paja y bahareque insalubres- y la fumigación de las zonas endémicas.

Así mismo, se recomienda ejercer control en los bancos de sangre para garantizar que no esté contaminada y también educar a la población para que conozca los síntomas y peligros. En Colombia, es necesario prevenir a la población, ya que en cualquier momento se puede ser víctima del enigmático mal de Chagas.

Fuente : http://www.semana.com/vida-moderna/salud/articulo/el-pito-que-mata/7922-3


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