Los jóvenes que le echan ojo al acuerdo de paz en el Congreso

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El tendedero que instalaron los jóvenes de Ojo a la Paz con el edificio del Congreso de la República de fondo Cortesía Ojo a la Paz
El tendedero que instalaron los jóvenes de Ojo a la Paz con el edificio del Congreso de la República de fondo
Cortesía Ojo a la Paz

Mientras los congresistas llegaban poco a poco a la histórica sesión en la que debía discutirse la ley de amnistía, este 28 de diciembre, muy a las 9 de la mañana las barras del Congreso de la República estaban ocupadas por un grupo de jóvenes que, con ojos avizores, seguían a cada senador que entraba al recinto y anotaban con rigor sus nombres en un papel. Los únicos que llegaron a la hora programada, según ese registro, fueron Iván Cepeda, del Polo Democrático, Jorge Iván Ospina del Partido Verde, Carlos Felipe Mejía del Centro Democrático y, el vocero de Voces de Paz, Jairo Estrada. Cuando ya se disponían a votar, casi sobre las 3:30 de la tarde apareció el conservador Roberto Gerlein, el último en llegar al debate. Es decir, Gerlein votó sin participar en el debate y sin escuchar a sus colegas.

Estos jóvenes, que llegaron acuciosos al Capitolio mucho antes que los mismos congresistas, hacen parte de la inciativa llamada Ojo a la Paz, que ha dado de qué hablar en redes sociales y en la Plaza de Bolívar donde montaron un tendedero con retratos de los senadores y representantes a la Cámara para evidenciar quiénes llegaban temprano o quiénes se asuentaban del debate. Se trata de una campaña que suma fuerzas de 10 organizaciones para hacer veeduría al desempeño de los congresistas en los debates y, así, ser un canal que le permita a los ciudadanos informarse de cómo están siendo representados.

Mientras un grupo de jóvenes estaba en el interior del recinto otro estaba afuera organizando las fotos de los parlamentarios en el lugar que les correspondía. “Lo que más siente la gente al ver esto es indignación”, afirma Daniela Amaya, vocera de Sinestesia, una de las organizaciones que hacen parte de la campaña.

Pero no solo trabajaron desde la Plaza de Bolívar, donde llamaron la atención de los transeúntes, que se detenían a preguntar, a tomarse fotos y a felicitarlos por su ingeniosa iniciativa. También trabajaron muy fuerte en las redes sociales. La campaña tuvo tanto eco que en ambos días fueron tendencia en Twitter. El 27 de diciembre con la etiqueta #OjoalaPaz y el 28 con #VeeduríaAmnistía.


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La primera vez que hicieron presencia en redes sociales y en un espacio público fue en la mañana del 28 de diciembre de 2016 cuando la campaña se hizo presente en el Foro Fast Track que se adelantó en el Salón Esmeralda del Hotel Tequendama en Bogotá. En ese evento los jóvenes que hacen parte de la iniciativa se acercaron a legisladores como Germán Navas Talero, José Obdulio Gaviria y Carlos Eduardo Motoa para contarles que un grupo de jóvenes iba a estar haciéndole veeduría a el accionar del Congreso frente a la Ley de Amnistía. “Los congresistas nos felicitaron, nos dijeron que el ejercicio era muy importante y que lo consideraban necesario también para el próximo año”, cuenta Carlos Montenegro, integrante de Paz a la Calle y de Ojo a la Paz.

La activación de este ejercicio que los voceros llaman “nuevas ciudadanías” empezó cuando se conocieron los resultados del plebiscito que se adelantó el pasado dos de octubre en el que la mayoría de los votantes rechazó el acuerdo final. Las marchas que se dieron en la semana siguiente a la votación fueron un escenario de apropiación de la paz por parte de los jóvenes.

Sin embargo, las organizaciones juveniles decidieron ir más allá de las marchas. En ese contexto se dio la veeduría de los debates que se adelantaron el 29 y 30 de noviembre en el Congreso en los que se definiría la refrendación del nuevo acuerdo firmado por el Gobierno y la guerrilla en el Teatro Colón, el 24 de noviembre.


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La idea de esa iniciativa fue de las organizaciones Acuerdo Ya, Sinestesia y Paz Siempre. Luego de que le hicieron eco por las redes sociales se unieron Javerianos por la Paz y Paz a la Calle. El ejercicio les terminó demostrando a las organizaciones la importancia de pensar formas creativas de hacer veeduría en el Congreso. Antes de las sesiones en las que se debía refrendar el acuerdo fianl, les hicieron llegar a los 266 congresistas un comunicado en el que recalcaban la importancia del debate en el que se definiría la refrendación o no de los acuerdos por vía del parlamento.

Uno de las anécdotas que más recuerdan de esas sesiones la protagonizó el senador barranquillero  Arturo Char, que pertenece a la bancada de Cambio Radical. El parlamentario debía llegar al Congreso el pasado 29 de noviembre a las 9 de la mañana para asistir al debate sobre la refrendación del acuerdo final que se firmó entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc, Sin embargo, llegó a las 4:10 pm.

La actuación del senador Char se hizo visible gracias a que este grupo de jóvenes rodeó el recinto para estar pendientes de cuáles congresistas llegaban a tiempo y quiénes participaban activamente en los debates. La iniciativa se llamó Encerratón y se trataba de comunicarle a la ciudadanía, por medio de las redes sociales, la forma en la que actuaban los parlamentarios en un debate crucial para el futuro del proceso de paz. Char se llevó una deshonrosa “mención de honor” por ser el congresista que llegó más tarde a la cita.

El ejercicio motivó a que otras organizaciones civiles se interesaran por la iniciativa. Fue así que 10 colectivos juveniles se reunieron para definir cómo se iba a seguir haciendo seguimiento de las actuaciones del Congreso con respecto a las leyes que tienen como fin implementar los acuerdos de paz. Surgió Ojo a la Paz.

Los organizadores sienten que este tipo de iniciativas valen la pena en cuanto le permiten al ciudadano saber cómo están actuando las personas por quienes ellos mismos votaron. Además, creen que han tenido algún tipo de impacto sobre los parlamentarios. No en vano una funcionaria de la Unidad de Trabajo Legislativo de Arturo Char se acercó a ellos para exponerles la razón por la cual había llegado tarde; arguyeron que estaba fuera de Bogotá y el vuelo para volver a la capital se retrasó.

Lo que viene

Las personas que integran Ojo a la paz calculan que durante los próximos seis meses se van a dar debates en el Congreso que definirán temas importantes para la implementación de los acuerdos de paz, por eso anuncian desde ya que mientras continúen las discusiones ellos seguirán exponiendo, tanto en espacios públicos como en redes sociales, el papel que juega cada congresista.

Una de las limitaciones que tiene la campaña es su alcance. Por ahora, el único espacio público en el que exponen las fotografías de los congresistas es la Plaza de Bolívar de Bogotá. Son conscientes de esto y por eso ya piensan en crear una red nacional de veedores ciudadanos para que no solamente estén al tanto de las votaciones en el Congreso, sino también del aterrizaje de los acuerdos en las regiones. Los primeros acercamientos en este sentido se han dado con jóvenes de Putumayo, Buenaventura y Meta.

Los voceros de la campaña son enfáticos al afirma que detrás de la campaña no está ningún partido político o entidad del Estado. “Esto es completamente ciudadano. Ni el Gobierno ni los partidos políticos hacen parte de la iniciativa”, asevera Amaya. De hecho, la financiación de la iniciativa corre por cuenta de cada organización que hace parte y de sus integrantes que aportan de sus ahorros personales y de sus sueldos.

La paz, sin duda alguna, es un propósito que ha hecho resurgir los movimientos juveniles que piden que el país nunca más vuelva a experimentar el derramamiento de sangre en el que ha estado inmerso en, por lo menos, los últimos 50 años. En palabras de Carlos Montenegro, un joven de 26 años: “La paz es un reto de esta generación”.


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