Los Millennials y sus viajes espirituales están arruinando la Ayahuasca

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ayahuascaDesde Brooklyn hasta Australia, la demanda de ayahuasca no para de crecer. La infusión tribal alucinógena tiene propiedades tanto espirituales como curativas. Sin embargo, como cualquier otro cuento de hadas de la globalización, el súbito interés occidental amenaza con ahogar el extenso y remoto hábitat de esta tradición milenaria.

«El arte sagrado de los indios se ha convertido en entretenimiento» dijo Moisés Pianki, un miembro de la tribu de los Ashaninka, oriundos del norte de Brasil.

La infusión de hierbas de la ayahuasca es un preparado que se produce con el extracto de una insólita vid que crece en las lianas de lo más profundo del Amazonas. Por desgracia, la planta de proverbiales poderes curativos y alucinógenos, se ha convertido en la droga de personajes como Sting o Lindsay Lohan, que se han dedicado a alardear de su consumo. Las tribus amazónicas llevan más de 5000 años celebrando ceremonias de ayahuasca, rituales en los que las tribus establecen contacto con Dios y le consultan toda suerte de cuestiones, desde políticas hasta personales.


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Vid de ayahuasca. Imagen: Marina Lopes

Sin embargo, la súbita y desenfrenada demanda de la infusión está provocando que la vid de la que brota la ayahuasca empiece a estar en riesgo de extinción en algunas partes del Amazonas peruano. La paulatina desaparición de la planta ha provocado que en los últimos siete años su precio se haya triplicado. Hoy cuesta a razón de 250 dólares el litro. La vid de la que crece la ayahuasca es prácticamente imposible de plantar, puesto que sólo prospera en las espesuras de la jungla y tarda unos cuatro años en desarrollarse. De tal forma, sus reservas naturales son muy limitadas.

Paralelamente son cada vez más los destinos repartidos por todo el planeta donde se ofrece ayahuasca de manera gratuita y sin observar en absoluto el ritual ni el protocolo sagrado que las tribus que consumen la planta han ido perfeccionando con los años.

«La ayahuasca no es una broma. El hombre blanco quiere patentar nuestro ritual para convertirlo en una nueva forma de hacer dinero. Pero el mundo espiritual no está a la venta» dijo Pianko.


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Sin embargo, la colosal industria del turismo que ha despertado la ayahuasca parece sugerir lo contrario. A día de hoy son más de cuarenta los retiros espirituales repartidos en Perú que se han especializado en la organización de ceremonias de ayahuasca. Así lo cuenta Carlos Suárez, un investigador independiente, que está escribiendo sobre el desarrollo económico y el cambio del paradigma cultural en el Amazonas. Los centros de ayahuasca son visitados por más de 4000 personas al año y cuestan cerca de 400 dólares la noche. Algunos, de hecho, también ofrecen baños de barro, sesiones de yoga y hasta excursiones a Machu Picchu.

«El hombre blanco quiere patentar nuestro ritual, para convertirlo en una nueva forma de hacer dinero. Claro que el mundo espiritual no está a la venta».

Andy Metcalfe, responsable y propietario del espacio Gaia Tree, un retiro concebido para el consumo de ayahuasca en Iquitos, Perú, asegura que ya hace mucho tiempo que no son las tribus las que preparan la solución. «Ha crecido mucho más allá de sus orígenes» relató. Metcalfe explicó, además, que la mayoría de los chamanes de la región ya no están directamente afiliados a las tribus, «Lo que pasa es que la ayahuasca pertenece a la naturaleza. Y yo no creo que la naturaleza pertenezca a la gente ni que se pueda controlar».

Todos los que no se puedan permitir un retiro de una semana, solo están a un click de conseguir su propia taza. La infusión se vende en Facebook Marketplace, donde los kits para prepararla por tu cuenta están a 300 dólares. Claro que conforme la popularidad de la sustancia se sigue disparando por todo el mundo, el control de calidad es cada vez más complicado. Sucede que la ayahuasca es una planta que puede resultar mortal cuando no se destila adecuadamente o cuando se combina con otras drogas.

El horno y la cacerola donde se prepara la ayahuasca. Imagen: Marina Lopes

En 2012, Kyle Nolan, un joven californiano de 18 años, murió en Perú a consecuencia de lo que las autoridades locales describieron como una sobredosis de ayahuasca. El británico Henry Miller, un joven de 19 años, corrió idéntica y nefasta suerte tras padecer una reacción alérgica a la droga. Igualmente, también se ha denunciado la existencia de chamanes truchos, individuos que se dedican a abusar y a violar a mujeres que han ingerido la infusión.

A las tribus les preocupa quedarse sin acceso a la infusión si la ayahuasca termina por asumir la dimensión fenoménica e indiscriminada de drogas como la cocaína, una sustancia que los Incas empleaban en su día para combatir el mal de altura, antes de que se convirtiera en un negocio mundial.

«Si surge algún problema con la ayahuasca será prohibida, será condenada. Y entonces, ¿Qué pasará con los indígenas?» se preguntó José de Lima, miembro de la tribu de los Kaxinawa. «Imagínate que la medicina que tomas se prohíbe, ¿Qué haremos entonces? ¿Acaso tendremos que depender de las farmacias? Pues no, nosotros queremos seguir dependiendo de nuestra farmacia viviente, que no es otra que el bosque amazónico».

Pero algunos de los investigadores consideran que la comercialización global de la ayahuasca es inevitable y proclaman que lo que tendrían que hacer las tribus es concentrarse en sacar la mayor tajada posible.

«Nosotros queremos seguir dependiendo de nuestra farmacia viviente, que no es otra que el bosque».

«La comercialización es un hecho. La ayahuasca se acerca a pasos agigantados y el mundo está dispuesto a devorarla» explicó Suárez, «En el mundo de los indígenas las únicas personas que pueden sacar provecho económico de las actividades tradicionales son los chamanes. ¿Por qué no deberían de beneficiarse del sistema ellos también?»

Algunas tribus están dispuestas a hacerlo, peo denuncian que el consumo de ayahuasca se está disparando demasiado deprisa como para controlarlo. Hoy en día, la mayoría de los beneficios proceden de centros independientes que apenas tienen vínculos con las tribus locales.

Una vid de ayahuasca en el bosque. Imagen: Marina Lopes

«No podemos decir que la ayahuasca sea nuestra, porque no tenemos la patente. Pero queremos comercializarla en nuestros propios términos. Queremos que la gente visite nuestras tierras y que lo hagan adecuadamente» explicó Lurino Pequeño de Souza, un miembro de 26 años de la tribu de los Katukina. «Existen varios chamanes que conducen ceremonias sin tener la menor idea de lo que están haciendo, solo para engañar al hombre blanco» dijo este joven Katukina.

Hasta entonces, la insaciable búsqueda de la ayahuasca está cuestionando la sostenibilidad de las ancestrales ceremonias de muchas tribus. Dado cuenta de que la extracción de la planta no dispone de ningún control, los guardas forestales se están encontrando cada vez más con hordas desorientadas de amateurs que deambulan por la selva provistos de machetes, dispuestos a cortar toda la ayahuasca que sale a su paso. A menudo lo que hacen es cortar un pedazo de esta extrañísima vid y dejan el resto de la liana seccionada, provocando su putrefacción. En Iquitos, una región del Perú conocida proverbialmente por la abundancia de la vid y donde la mayoría de refugios están enclavados, encontrar ayahuasca es hoy una tarea que lleva días.

«Tenemos que librar una guerra cada día para preservar nuestra cultura» dijo Biraci Brasil, líder de la tribu de los Yawanawa, «La ayahuasca no es solo una planta: es la historia de nuestros ancestros».

Fuente : http://motherboard.vice.com/es/read/los-millennials-y-sus-viajes-espirituales-estn-arruinando-la-ayahuasca


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