Una guía para conocer nuestra biodiversidad

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Desde hace poco más de un año Colombia ha visto cómo diferentes proyectos, planeados por diferentes actores, se han ido atravesando en uno de los complejos de humedales más extensos de Colombia, la Ciénaga Grande de Santa Marta. Primero fueron 17 kilómetros de diques que buscaban cerrarle el paso al agua para abrírselo a los búfalos. Luego fue un grupo de palmicultores y bananeros que taponaron un par de ríos para que el agua no llegara a sus cultivos. Y después se hicieron públicas las intenciones del Gobierno de levantar una carretera nueva entre Barranquilla y Ciénaga, porque a la actual se la está tragando la erosión costera.

El caso de ese gran cuerpo de agua es un buen ejemplo para mostrar la manera como los colombianos han transformado sus ecosistemas, cambiando, la mayoría de las veces, importantes dinámicas ecológicas. En el caso de los humedales, el 24 % de ellos han sufrido transformaciones por causa de la tala, la ganadería, la agricultura, la minería, las urbanizaciones y las obras civiles. Y ese fenómeno, como se lee en un aparte del libro que ayer lanzó el Instituto Humboldt, “es una primera alerta de la magnitud de la transformación del país”. Su título:Biodiversidad 2015, estado y tendencias de la biodiversidad continental de Colombia.

El texto es un esfuerzo por mostrar y entender el estado actual de la biodiversidad colombiana. Detrás de él está el trabajo de cien investigadores de veinte entidades que participaron en talleres y se unieron con infógrafos e ilustradores para poner en términos sencillos las complejidades de la ciencia. El resultado son poco más de cien páginas que detallan en palabras simples, con gráficos y mapas, qué está haciendo bien el país para proteger sus ecosistemas y qué está haciendo mal.


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Como lo cuenta María Fernanda Gómez, bióloga y editora del proyecto, este ejercicio está hecho para que la ciudadanía se apropie de la biodiversidad y entienda que no sólo se encuentra en la selva, “está también en la ciudad y una buena manera de apropiarse de ella es informándose. Por eso, una de las intenciones de este trabajo es democratizar el conocimiento”, dice.

Otra de los propósitos es que quienes toman las decisiones en las entidades públicas, en los municipios y en las gobernaciones, lo acojan como un insumo a la hora de hacer planes. Ellos y cualquiera que quiera profundizar en algún aspecto, contarán también con una página webmucho más detallada que les permitirá interactuar con un contenido más amplio y, si se quiere, más técnico.

El libro está compuesto por cuatro capítulos que lanzan alertas como esta: aunque Colombia es el país con mayor cantidad de anfibios, el 28 % de las especies están en algún nivel de amenaza. O como estas otras: el bosque seco tropical es un ecosistema prioritario, pero hay un incipiente nivel de conocimiento; en los últimos 50 años la producción pesquera se redujo 60 %; para el 2014, el porcentaje de pérdida de ecosistemas naturales fue de 37,5 % en bosques, 24,9 % en sabanas y 15,9 %, en páramos (ver infografía).

Pero, a diferencia del primer ejercicio (2014), muestra que el país tiene oportunidades para responder a la pérdida de la biodiversidad. Resalta, por ejemplo, el papel de los resguardos indígenas y las zonas de reserva campesinas, así como los intentos por conectar ecosistemas de protección (como el corredor del jaguar y el camino de las anacondas), y desmitifica los malos adjetivos que recaen sobre prácticas como la ganadería bovina. En algunos casos, como sucede en las sabanas inundables y la altillanura de la Orinoquia, hay prácticas de protección de biodiversidad que se podrían replicar.


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http://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/una-guia-conocer-nuestra-biodiversidad-articulo-640763


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