El glifosato, retrato de un veneno

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glifosato_1El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, emitió a finales del mes pasado una solicitud para suspender las fumigaciones aéreas con este producto ante el riesgo de cáncer que implican para los campesinos afectados.

– El glifosato es el herbicida que más se ha usado y vendido en el mundo- dice Jaime Bernal Villegas, 65 años, médico, doctor en genética y rector hace más de un año de la Universidad Tecnológica de Bolívar.

El académico graduado en la Universidad de Newcastle Upon Tyne, Inglaterra, dice que no se tiene constancia definitiva de que su uso genere cáncer. “Los estudios dicen que podría ser una consecuencia, que es probable, pero no se habla de proporciones”. Y ha advertido que “si así lo fuera, deberían entonces eliminar el producto de toda Colombia. Pero que no piensen que los colombianos somos tontos”. Es decir, que no se utilice ni siquiera para los cultivos legales.

Contrasentido
Adam Isacson, oficial principal para Política de Seguridad Regional de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés), coincide con Bernal Villegas. Dice que la Organización Mundial de Salud no es contundente en sus conclusiones cuando anuncia que el glifosato “podría dar cáncer”.


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Isacson recuerda que un componente del plan Colombia, concebido en 1999, fue expandir las aspersiones aéreas de un 15% a un 25%.

– He viajado por múltiples zonas de Colombia para constatar la efectividad de las medidas y claro que es distinto utilizar el glifosato con todas las precauciones, con ropa de protección, no dejando jugar a los niños cerca, que utilizarlo al lado de las casas y las escuelas de los campesinos, tal y cómo me tocó verlo.

Entre los principales efectos secundarios, la sustancia puede provocar daños en los ojos, si hay dosis altas. También perjuicios en las placentas de las madres y enfermedades gastrointestinales.

– Además no debería fumigarse en zonas donde hay agua estancada como lagos porque las contamina- añade Isacson para El Universal a través de una entrevista realizada por Skype.


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Ha dicho que si el objetivo de Colombia es controlar más sus territorios, existe un contrasentido en utilizar una sustancia que está envenenando a las comunidades.

Precedentes
Andrés Cancimance, 28 años, doctor en antropología nacido en Putumayo, además de haber trabajado en temas de reparación y reconciliación con las víctimas del conflicto armado en su departamento, dice ver “con buenos ojos” la decisión tomada por el Gobierno Nacional. Parece que no hay mucho adeptos a que prosigan las fumigaciones.

– La coca tuvo auge y acogida gracias a que el Estado estaba ausente en sus instituciones sociales en las regiones- dice Cancimance.

Este antropólogo egresado de la Universidad Nacional de Colombia visitó Puerto Guzmán, Putumayo, para descubrir varios casos en los que a muchos agricultores les fueron arrasadas sus plantaciones de alimentos, sin aviso, sin previo consentimiento. “Recuerdo el caso de un señor que antes sembraba coca, pero después se dio cuenta que no era rentable y decidió recuperar dos bosques nativos en su finca, con árboles nativos, sin recursos ni apoyo. Cuando ya tenía grandes sus cultivos, lo fumigaron y perdió todo su trabajo y esfuerzo”.

Cancimance también conoció otro de los casos en los que una mujer embarazada culpaba a las aspersiones aéreas de las malformaciones de su hijo recién nacido.

¿Desafío a Estados Unidos?
No obstante, la polémica está viva. El periódico “The New York Times” tituló que Colombia desafiaba a EE.UU. con la decisión de suspender las fumigaciones. Y en el país, la lectura de la oposición fue que se trataba de una concesión más a las Farc, que han encontrado en este negocio la mejor forma de compensar sus ingresos desde cuando abandonaron el secuestro como fuente básica de sus finanzas.

El director del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de Los Andes, Daniel Mejía, ha dicho que desde 2007 el uso de glifosato ha disminuido en un 60 a 70 por ciento, pero todavía en Colombia se sigue fumigando con glifosato cerca de 50.000 hectáreas al año.

En sus palabras, “para eliminar una hectárea cultivada con coca mediante las aspersiones con glifosato hay que fumigar casi 30 hectáreas. Este mismo trabajo muestra que el costo de eliminar una hectárea de coca utilizando la aspersión con glifosato es de aproximadamente USD$ 72.000, cuando el valor de mercado de la hoja de coca sembrada en una hectárea es de sólo USD$ 400”.

La baja efectividad de las aspersiones ha sido confirmada por otros trabajos académicos. Instan a detenerlas desde la mayoría de las instituciones y, en su lugar, empezar a construir una política de drogas basada en la evidencia.

http://www.eluniversal.com.co/suplementos/facetas/el-glifosato-retrato-de-un-veneno-194646


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