Mocoa, 400 años de olvido y 50 de desidia

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Agustín Ordoñez G.
Agustín Ordoñez G.

El pasado 29 de Septiembre de 2012 Mocoa cumplió y celebró sus 449 años de fundación y desde entonces comenzó a transitar por el año 450 de existencia de la ciudad que hoy es nuestra capital, edad que terminará de cumplir el próximo 29 de Septiembre de este año y que seguramente conmemorará y festejará por todo lo alto, con “bombos y platillos”, como corresponde a una celebración tan importante y una ciudad tan querida.

Son pocas las ciudades en Colombia que han cumplido esa edad, que las convierte en las más antiguas del país: Bogotá, Cali, Cartagena, Santa Marta, Tunja, Pasto. Otras, como Pereira, Armenia, Manizales, Florencia, apenas sobrepasan los 100 años. Cientos de ciudades más pequeñas solo aparecieron en el Siglo anterior. La diferencia de Mocoa con todas es considerable, por no decir abismal, sin embargo la gran mayoría consolidaron su desarrollo principalmente en los últimos 50 años.

IGLESIA 1 MocoaLos últimos 50 años vieron también surgir algunas poblaciones en el Putumayo, hoy cabeceras municipales, que prácticamente han alcanzado en “desarrollo” a Mocoa y que deberían haberla superado, dado el estancamiento de la capital y los grandes recursos de regalías que se han manejado en los otros municipios.

La historia de Mocoa habla de mujeres y hombres emprendedores y corajudos, que dieron ejemplo de trabajo, esfuerzo y honestidad y dejaron un legado de amor a esta tierra, aunque muchos no hayan nacido en ella. Es una ciudad acogedora, a pesar de sus problemas y del evidente abandono que parece haber sufrido en todos los tiempos. Personas y familias enteras llegan todos los días a vivir en ella, desde todos los municipios del departamento y desde otras ciudades del país, atraídas por su clima, sus paisajes naturales, su gente y su relativa tranquilidad. Sus habitantes la quieren mucho y la defienden, así sea solo de palabra.


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A lo lejos luce joven, sonriente, bonita, alegre y brillante, pero al adentrarse en ella, su cuerpo y su cara muestran señales que denotan descuido, desorden, abandono y maltrato. Su “estatura” no está acorde con su edad y en algunos aspectos parece haber retrocedido en lugar de avanzar. La pregunta es por qué no creció más en tanto tiempo, mientras otras lo hicieron mucho más y en mucho menos tiempo. Al hablar de crecimiento no hacemos referencia únicamente al tamaño, sino, y más que todo, a su infraestructura física, social y económica. Algunos que recién se enteran casi no pueden creer que tenga esa edad y se preguntan qué pasó aquí. Es como si el tiempo, en algún momento de esos 450 años, se hubiera detenido o hubiera retrocedido o como sí durante mucho tiempo nadie le hubieran asignado recursos.

Le pedimos una explicación a la historia y nos entrega algunas respuestas lógicas. Nos dice que durante los primeros 400 años el estado no se acordó de la existencia no solo de Mocoa sino de todo el Putumayo y solo vino a notarlo cuando el Perú creyó que este territorio abandonado era baldío y el petróleo comenzó a brotar de nuestro suelo. Antes de esos dos hechos éramos anónimos, aislados, casi inexistentes para el estado.

Nos dice también que el Putumayo tuvo una oscura época de inestabilidad territorial, jurídica y administrativa, cuando nos anexaban, nos desanexaban, nos pasaban de Comisaría a Intendencia y nos convertían en botín político administrativo, que se entregaba en Bogotá para ser gobernado por paisas, costeños, pastusos, bogotanos, etc., que quizá nos dejaron como herencia algunas malas costumbres que por momentos parecen ahogarnos.

Entonces es lógico pensar que ha sido el olvido estatal, en gran parte, el responsable de este atraso tan evidente.


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Miremos ahora los últimos 50 años. Aunque no se puede decir que en estos años haya mejorado mucho la atención y la inversión del estado, las reformas han permitido que por el presupuesto municipal pasen importantes recursos de regalías, Situado Fiscal, SGP y otras fuentes, y en el caso de Mocoa, recursos también del orden departamental y nacional, pero que tampoco se aprecian mucho en su infraestructura pública. Entonces, si en los primeros 400 años le fue mal, en los últimos 50, que debieron ser los del desarrollo, no le ha ido muy bien.

Si los malos primeros 400 años de Mocoa tienen fácil explicación en el olvido estatal, los malos últimos 50 solo pueden encontrarla en una combinación entre olvido estatal y desidia administrativa local, que no han tenido el mismo empuje y acción que ha mostrado su gente. Porque es notorio, a través de todos los tiempos, que ha sido y es más grande el esfuerzo, la iniciativa y el trabajo de la propia gente, que los del sector estatal y de quienes la han gobernado. La actividad e inversión privada de la gente crecen y se dinamizan, mientras la inversión y la gestión públicas han lucido siempre lentas y deficientes, frenando las posibilidades de un mejor desarrollo y de mayor inversión privada.

Por todos lados se observa que la construcción no se detiene y avanza a pasos grandes, con casas de toda clase, algunos edificios modernos y hermosas fincas aledañas. Vemos surgir negocios florecientes y a pequeños comerciantes trabajando con ahínco para progresar. Todo ese esfuerzo se realiza en medio de espacios públicos, calles y caminos que casi colapsan por el deterioro y el desorden y con servicios que no responden todavía a las necesidades y expectativas de la gente que habita la capital.

Uno de los problemas más serios y deplorables son sus calles. Por buena parte de ellas brota y corre agua a todas horas, más que todo en las noches. En invierno o en verano, con lluvia o sol, siempre están mojadas. Es como si lloraran permanentemente. Al menor aguacero el agua lluvia corre por ellas libremente. No hablamos solo de aquellas por donde transitan las tractomulas, que quizá son las mejores, nos referimos también a las de la periferia, que utiliza la gente con sus motos para tratar de llegar a su casa. El problema de la calles amenaza con convertirse en un problema social que tarde o temprano podría estallar, de hecho se han presentado ya algunos brotes de protesta en algunos sectores de la capital, en los cuales el transito es toda una odisea.

En fin, son varios los problemas y necesidades, que se han dejado acumular a través del tiempo, no solo son de ahora, incrementados hoy por el fenómeno del desplazamiento, real y irreal, que converge en la capital y se vuelve insostenible.

Estos problemas y su urgente solución convierten a Mocoa en un desafiante reto político administrativo para quienes dirigen y vayan a dirigir sus destinos en los próximos años. Un reto tan grande tal vez debe ser asumido desde una perspectiva distinta y más dinámica de la política, la administración, la gestión y el componente urbano del ordenamiento territorial, porque está demostrado que los resultados no han sido los mejores. Necesita un enfoque distinto y un fuerte empuje, que planifique y combine esfuerzos desde lo local, departamental y nacional, para darle la talla de una capital de departamento, que hoy no parece tener.

FELICIDADES A MOCOA EN SU CUADRIGENTÉSIMO QUINCOAGÉSIMO ANIVERSARIO.

 

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