Tasa de deforestación en la Amazonia: ¿una ambigüedad?

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Los departamentos de Nariño, Meta, Putumayo, Cauca y Caquetá son los que más han sufrido deforestación durante los últimos diez años…

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Durante un foro realizado por la Fundación Alisos al que estaban invitados: el Ideam, el Instituto Sinchi y el Ministerio de Ambiente, salieron a la luz dos desacuerdos que ponen en riesgo el futuro de las políticas para el pulmón del mundo: no hay claridad sobre los límites de la región y tampoco de cuánto bosque se tala.

Nadie sabe a ciencia cierta dónde comienza y dónde termina la Amazonia colombiana. El Instituto Sinchi, encargado del estudio de la biodiversidad en la región, considera que este segmento del llamado pulmón del mundo va desde el pie de monte andino, donde nacen los ríos, hasta las profundidades de la selva.

Para el Ideam, en cambio, las fronteras se miden cuando la Amazonia alcanza los 400 metros de altura.


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Este problema de definición geográfica, a su vez, dificulta que pueda haber tasas de deforestación compatibles entre las organizaciones que se encargan de determinarlas, pese a que existe un pensamiento unánime de que la situación es grave.

El Ideam, por ejemplo, dice que la selva amazónica colombiana perdió entre el 2005 y el 2010 el 1% de sus bosques. De otro lado, según las investigaciones de la Fundación Gaia Amazonas, el porcentaje de bosque deforestado fue del 1,4% en el mismo periodo.

Estas inconsistencias, que el nuevo director del Ideam, Omar Franco, justifica por las diferencias técnicas que poseen ambos organismos, fueron puestas en evidencia durante la mesa temática sobre deforestación convocada por la Alianza Amazonas 2030 de la Fundación Alisos.

Es cierto que existen problemas técnicos en la medición de la deforestación. Las nubes, por ejemplo, impiden a los satélites detectar cambios en los suelos, mientras la dificultad para capturar imágenes de forma constante modifica los resultados y genera un margen de error.


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Sin embargo, según Wendy Arenas, directora de Alisos, el mayor problema es que «los temas ambientales no hacen parte de la agenda dura del país». Eso se refleja, según ella, en el hecho de que una diferencia de hectáreas, pocas o muchas, en las dos tasas de deforestación, no tiene importancia.

«Una tasa clara de deforestación es indispensable para la toma de decisiones que guíen políticas públicas en Colombia referentes a la conservación de la Amazonia. Solo a partir de un manejo claro de la información será posible enfrentar las causas reales de la deforestación», manifiesta Martín Von Hildebrand, director de Gaia.

Lo que sí es un alivio es que, aunque no había claridad al respecto, durante el foro el Ideam se comprometió a que, como ya lo había definido el presidente Juan Manuel Santos en su Plan Nacional de Desarrollo del 2010, la institución continuará haciendo un monitoreo cada dos años de la deforestación en los bosques de Colombia (el próximo será público en julio de este año) y además se aseguró que emitirá alertas tempranas cada seis meses. “Tenemos buena capacidad científica, recursos y tecnología, estamos en condiciones para trabajar”, aseguró Omar Franco.

Sitios sagrados indígenas, blindados contra deforestación

La Red Amazónica de Información Sociambiental Georreferenciada (Raisg) publicó el Atlas «Amazonía bajo presión» y reveló que entre 2000 y 2010 se suprimieron cerca de 240.000 km2 de bosque amazónico de los nueve países que la poseen, el equivalente al doble de la Amazonía ecuatoriana o al territorio completo del Reino Unido.

Según el informe, si amenazas carreteras, producción de hidrocarburos, minería o hidroeléctricas continúan en el futuro cercano, en 2050 podría desaparecer hasta la mitad del bosque amazónico actual.

Milton Romero, investigador de Gaia-Amazonas (organización colombiana), que participó en el diseño del Atlas, explica que en Colombia hay 483.164 kilómetros cuadrados de selva amazónica. Los departamentos de Nariño, Meta, Putumayo, Cauca y Caquetá son los que más han sufrido deforestación durante los últimos diez años, siendo este último el que presenta las condiciones más graves por la ganadería extensiva y la siembra de coca, que reemplaza a especies nativas.

Llama la atención que la pérdida de bosque en las áreas de reserva forestal de la Amazonia es superior (0.8%) a la pérdida en territorios indígenas (0,5%), que corresponden a 3.193 kilómetros cuadrados del total de la región amazónica. Esto según Wendy Arenas, se entiende como si hubiera menos presiones en los resguardos que en los territorios protegidos de acuerdo a los lineamientos ambientales.

Por: Mariana Escobar Roldán – El Espectador

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