Mujer witoto busca conocer qué ocurrió con sus antepasados hace 100 años

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Omarino y Ricudo indígenas witoto en foto del informe Casement. Imagen: Museo de arquelogía y antropología, universidad de Cambridge

Luego de más de 100 años que los indígenas witoto Omarino y Ricudo fueran trasladados a Inglaterra, para denunciar los maltratos por parte de empresarios caucheros, Fany Kuiru, una de sus descendientes, ha hecho un llamado público para averiguar qué ocurrió con ellos luego de ser llevados a Gran Bretaña.

La mujer natural de Colombia, ha hecho un llamamiento para que el mundo “nos ayude a revelar qué fue de nuestros hermanos indígenas… para que los espíritus de nuestros antepasados puedan descansar en paz”.

Según la información recogida por Survival, Kuiru añadió que “las sociedades son responsables cuando no controlan sus gobernantes, son cómplices de crímenes de lesa humanidad cuando no reclaman que se haga justicia y se hagan las reparaciones correspondientes. Otra cosa sería la humanidad si los pueblos controlaran a sus gobernantes, gobernantes que cuando están en el poder se creen los amos y señores del mundo y que pueden disponer de las vidas humanas, de sus gobernados”.

Tras recibir las fotografías de sus antepasados, Fany dijo a Survival: “Todas las naciones hicieron algo para exterminar a la población indígena: Colombia los abandonó, Perú fue cerebro y cómplice del holocausto, Inglaterra lo financió y Brasil desplazó a los indígenas para trabajar en las plantaciones de caucho”.


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No se sabe qué fue de los dos esclavos, cuyas últimas palabras al Daily News fueron: “Londres es maravilloso, pero el gran río y la selva, donde vuelan los pájaros, son más hermosos. Algún día volveremos”. No se sabe si regresaron a casa.

Como se recuerda, y lo recoge el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa en su obra “El Sueño del Celta”, los indígenas Omarino y Ricudo fueron presentados al cónsul británico Roger Casement en su hogar en la provincia de Putumayo, en el sur de Colombia, en 1910.

Casement fue enviado por el Gobierno británico para investigar las atrocidades cometidas en la Amazonia durante la fiebre del caucho, se llevó a ambos indígenas consigo al Reino Unido para hacer públicos los horrores que había descubierto.

Según su reporte, se estimó que en sólo doce años 30.000 indígenas fueron esclavizados, torturados y asesinados para satisfacer la creciente demanda de caucho desde Europa y Estados Unidos.


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“Nos envían muy, muy dentro de la selva para conseguir caucho, y si no lo conseguimos, o si no lo conseguimos lo suficientemente rápido, nos disparan”, contó Omarino al Daily News hace 100 años.

Muchos de los indígenas aislados de la actualidad son descendientes de los supervivientes de las atrocidades de la fiebre del caucho, que huyeron hasta las remotas cabeceras de los ríos para escapar de los asesinatos, las torturas y las epidemias que diezmaron a la población indígena.

El director de Survival International, Stephen Corry, ha declarado hoy: “La fiebre del caucho puede parecernos historia antigua, pero sus efectos aún se sienten. Cuando comenzó el matrimonio de Occidente con el coche a motor, sus cartas de amor estaban escritas con sangre indígena. Provocó un brutal crimen contra la humanidad, perpetrado por una empresa británica en la región de los Witoto”


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