La trascendencia histórica de la Ley de Víctimas

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Jaime Erazo Buenos Aíres. Argentina

Para quienes viven enfrascados en las preocupaciones y rencillas parroquiales o locales, es más importante el chisme y el qué dirán que hechos de tanta trascendencia como la aprobación de la Ley de Víctimas, que algunos, incluso, con la actitud propia del pedante, menosprecian en razón su procedencia o porque afecta sus intereses personales. La ley reivindica el derecho de miles y miles de colombianos, víctimas del conflicto, a la verdad, la justicia y la reparación, así como también, a las garantías de no repetición.

Otra mirada

Vista desde otro ángulo, la Ley de Víctimas es una clara demostración de la voluntad política existente en nuestro país en relación con la observancia del Derecho Internacional Humanitario y los Derechos Humanos. De ahí que el interés del Presidente de la República de firmar la ley ante la presencia del Secretario de las Naciones Unidas es un mensaje de gran significancia para los demás países latinoamericanos y al mundo para que en aras de la paz y la convivencia sigan el ejemplo dado por el gobierno y el pueblo colombiano.

Gestación, estructuración y aprobación


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La Ley de Víctimas nace de la preocupación del Partido Liberal por la falta de una herramienta eficaz que garantice reparación digna a las víctimas del conflicto en la que se contemplen los estándares internacionales sobre esa materia. Para su sustentación fueron escogidos dos de sus miembros más destacados, el senador Juan Fernando Cristo y el representante Guillermo Rivera Flórez, juntos recorrieron el país para escuchar y dialogar con las víctimas del conflicto en pos de construir participativamente un proyecto legislativo que corresponda a las exigencias y necesidades actuales y, a la vez, constituirse en su legítima voz en el congreso en el que, después de 4 años, finalmente lograron el apoyo del Gobierno de Unidad Nacional que preside el doctor Juan Manuel Santos para su aprobación.

Aunque a algunos no les guste

En justicia, cabe resaltar el liderazgo desempeñado por Guillermo Rivera Flórez en el proceso político y legislativo que con la aprobación de la ley inscribió su nombre con tinta indeleble en las páginas de la historia colombiana. Pasaran años y los estudiosos sociales tendrán que escudriñar en los documentos del congreso y en las memorias de los diferentes encuentros y reuniones realizadas para descubrir las dificultades del proceso y las condiciones que permitieron avances significativos en su construcción, sustentación, discusión y aprobación.

No fue fácil


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Para su aprobación se tuvo que luchar contra el poder hegemónico de sectores que lograron que el Estado asumiera una actitud indiferente e insensible frente al drama de las víctimas de estrategias de terror, barbarie y despojo para acaparar los medios que les garantizaría la acumulación del capital necesario para acrecentar su capacidad económica y con ella el poder de dominación.

Lo contradictorio

Sorprende ver el interés y el entusiasmo con que en el interior del país y en el nivel internacional se recibió la noticia de la aprobación de la Ley de Víctimas y el contraste con la escaza reacción que la noticia provocó entre los putumayenses, aún siendo sus pobladores unos de los mayores beneficiarios. Peor aún, a quienes se manifestaron a su favor, se les trató con los acostumbrados epítetos que utilizan unos cuantos confundidos que desde hace mucho tiempo perdieron la capacidad para asombrarse ante la inmensa significancia de los hechos.

Mientras en escenarios de avanzado desarrollo simbólico se reconoce la capacidad, el trabajo, la disciplina y la calidad de nuestro conciudadano, entre nosotros puede más la inquina baja y ruin que acompaña a los mediocres que se esfuerzan por poner en entredicho las realizaciones con señalamientos y absurdos comentarios. Quiéranlo o no, es innegable el sitial logrado a nivel nacional e internacional por uno de sus hijos.

Del escenario departamental al escenario nacional

Son millones de colombianos los beneficiados con la ley, entre ellos miles de putumayenses víctimas del conflicto en quienes ha comenzado a renacer la esperanza de lograr justicia y trato equitativo por parte del Estado que por muchos años trató con deferencia a los victimarios. Hoy por hoy, son millones de colombianos los que en sus mentes y en sus corazones vuelve a anidar el agradecimiento y el reconocimiento para quienes hicieron posible lo que parecía imposible.

Guillermo Rivera Flórez, admirado por muchos colombianos, ha desbordado los reducidos límites de un escenario departamental, muchas veces adverso por la mediocridad ideológica y conceptual de unos pocos, para posicionarse y reafirmarse en el escenario nacional que lo requiere con urgencia.


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