Si no actuamos ya, Mocoa y el Putumayo se pueden convertir en un paraíso más para la delincuencia

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Numerosas son las quejas sobre atracos y robos que los delincuentes hacen a plena luz del día en las calles, casas residenciales y negocios de Mocoa y otras ciudades del Putumayo. Ni qué decir de las amenazas, extorsiones, secuestros, violaciones y asesinatos que casi a diario se producen.

La creciente inseguridad en nuestro territorio es una realidad difícil de ocultar. A decir verdad, los delincuentes están poniendo en ridículo a las autoridades en general pero de manera particular a la policía a la que le está pasando las del gato que deja que los ratones se coman el queso en sus narices, y cuando eso pasa…¡algo está sucediendo!

Que no nos vengan con justificaciones, algunas de ellas cuestionables, como por ejemplo, la de que la policía no interviene porque no existe demanda alguna ¿Cómo así? Las autoridades, y entre ellas las de policía, están obligadas a actuar inmediatamente tiene conocimiento sobre alguna situación delictiva que puede poner en riesgo la seguridad ciudadana ¿Cómo es eso que cuando se llama a la policía para que intervenga en tal o cual situación aparecen cuando ya no se los necesita o dan respuestas que corresponden más a instituciones burocratizadas que a una fuerza disponible las 24 horas del día para velar por la seguridad de los ciudadanos? ¿Dónde está el servicio de inteligencia que posee para anticiparse a los hechos? ¿Dónde los planes y programas de prevención? La policía no se creó para pronunciar discursos, se creó para actuar pronta, oportuna, eficiente y eficazmente para mantener el orden y la seguridad ciudadana.

Es hora de que los ciudadanos utilicemos los mecanismos constitucionales y legales para una ejercer estricta veeduría sobre la actuación o la gestión de la policía. Hay que exigir resultados realmente positivos, no justificaciones.


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Pero también es hora de que los ciudadanos entendamos que en lo relacionado a la seguridad ciudadana también tenemos responsabilidades y compromisos que asumir, que no toda la culpa es de policía, es hora de que entendamos que debemos sumar nuestros esfuerzos a los esfuerzos institucionales para mantener niveles manejables de inseguridad.

Varias pueden ser las alternativas, entre otras: 1) Convocar a una reunión urgente entre las autoridades civiles, militares, de policía y representantes de los diferentes sectores económicos y sociales, no solo para recibir informes sino para acordar la constitución de un frente común contra la delincuencia; 2) Aceptar que la información oportuna y verás de la ciudadanía sobre personas o movimientos sospechosos son fundamentales para que intervenga la fuerza pública; 3) Organizar la comunidad en los barrios para elaborar y desarrollar plan comunitario de seguridad ciudadana con el apoyo del ejército y la policía; 4) Colaborar efectivamente con los procesos de judicialización denunciando a los delincuentes.

Lo anterior requiere de valor ciudadano, de civismo, pero también de diálogo y entendimiento permanente entre las autoridades civiles, militares, de policía y la sociedad civil.

Hay que actuar ya porque Mocoa y el Putumayo se pueden convertir en un paraíso más para la delincuencia.


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Jaime Armando Erazo Villota
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